Comiendo entre viñedos

Ubicado en lo alto de una colina, en medio del valle navarro de Yerri, muy próximo a Estella, se emplaza este restaurante que acaba de estrenar gerencia. El establecimiento ocupa la planta principal de la bodega Aroa Wines, un espacio de líneas vanguardistas en cuyo seno elaboran vinos procedentes de agricultura ecológica. La zona destinada a comedor rebosa luz natural por los cuatro costados, pues cuenta con amplísimos ventanales a través de los cuales se contempla un bucólico paisaje de campos, bosques y montañas. La estancia es sumamente agradable, con el blanco como color dominante. Las mesas, amplias y con buena separación entre ellas, se hallan perfectamente vestidas, con buena vajilla, cubertería y coperío. Al frente del local se halla Aitor Esnal, cocinero que regenta también el Marinée, en Logroño, que se ha propuesto ofrecer una cocina basada en los productos locales de temporada tratados respetando al máximo los sabores.

Permanece abierto durante los fines de semana, siendo necesaria la reserva para cenas y días de diario. En nuestro caso reservamos tanto para comer como para ver la bodega, que tiene previsto también ofrecer catas y otras actividades ligadas al enoturismo. Tras la visita a sus instalaciones nos acomodaron en el restaurante y nos explicaron en qué consistía el menú que ofrecen (25€), que incluye también un par de vinos de la bodega. Los platos servidos fueron los siguientes:

-Brick de txistorra navarra: servido a modo de aperitivo, se presenta acompañado de una fina crema de patata. Muy buen comienzo.
-Ensalada “mixta”: amplia ensalada servida al centro de la mesa compuesta por tomate, patata, cebolleta, pepinillos, coliflor y atún. Agradable.
-Falso risotto de verdura: se trata de un plato de pasta que simula al arroz acompañado de bastones de vainas y espárrago sobre un fondo lácteo. Carente de sabor y cremosidad. No me convenció.
-Revuelto de hongos con jamón: bien elaborado, pero hubiera mejorado mucho si los hongos fuesen frescos.

Llegados a este punto existía la opción de elegir el plato “principal”, que en mi caso fue:
-Carrillera de vacuno: buena ración de carne tierna y jugosa escoltada por verduritas y hongos a la plancha y un fino puré de patata. Lo mejor de la comida. La otra alternativa, elegida por mi mujer, fue un Bacalao con pisto, un grueso corte de pescado acompañado de un vistoso y sabroso conjunto de verduras. Me lo dieron a probar y me pareció que estaba incluso mejor que la carne.

Con los postres había también doble alternativa, siendo la mía:

-Crema de café con frutos secos: rico postre que imita un café cortado, con una base de crema de café coronada por una capa de frutos secos. Muy bueno. La otra opción era la típica Tarta de queso con frutos rojos, que pude probar y me dejó indiferente.

El menú servido presentaba bastantes altibajos, pero en conjunto puede calificarse de correcto y más teniendo en cuenta el precio. Quizás una puntuación de 7 en este momento podría ser excesiva (un 5 sería totalmente injusto), pero hay que entender que acaban de empezar y seguramente con las ganas e ilusión con las que han iniciado su andadura irán mejorando.

Respecto a los vinos, nos sirvieron dos de los que elabora la bodega: Aroa Laia 2012 y Aroa Garnatxas 2011, servidos en buenas copas y a correcta temperatura. Desconozco si cuentan con carta de vinos, pero de existir no nos la ofrecieron.

Terminamos la comida con unos buenos cafés y charlando largo y tendido con los propietarios del establecimiento (comían en una mesa cercana), que muy amablemente se preocuparon por conocer nuestras impresiones sobre la experiencia. Desde luego tienen todo lo necesario para que el proyecto sea exitoso (inmejorable ubicación, excelentes instalaciones, cocinero con mucho oficio e ilusión a raudales), pero como en toda aventura la suerte también cuenta, nosotros desde aquí se la deseamos.