Interesante restaurante marroquí en el centro de Granada. Nos habían recomendado este como uno de los más auténticos y menos orientado a los turistas y la verdad es que acertaron. Después de un largo día de paseos por el Albaicín y el resto de la ciudad merece la pena descansar un poco de tanto tapeo y tomar asiento en una mesa y una silla cómoda.
Carta con los típicos platos de la cocina marroquí, nada nuevo, aunque tampoco busco "excentricidades" en los restaurantes con esta temática "más étnica".
Decoración muy elaborada, con las paredes de yesos inspirados en la Alhambra, cortinajes acordes al estilo en una sala amplia donde la distribución de mesas te permite disfrutar de cierta intimidad.
Pedimos un entrante variado de entrantes que incluía humus de garbanzos, babaghanush (crema o paté de berenjenas) y ensalada de pepino, aceitunas y tomate. Para compartir un cus cus, pero ojo, para compartir, que a más de una mesa cercana la vimos padecer con un plato tan contundente y abundante para una sola persona. El cus cus estaba muy bueno, la ración más que abundante. Si pides un poco de caldo y algo más de picante (que es como me gusta el cus cus) no ponen pegas, así que disfrutamos como enanos.
No es que fuera una marroquí fuera de lo común, pero era bastante auténtico y todo lo que probamos estaba muy bueno.
En la sección de bebidas disponen de vino, cosa que a veces se hace difícil cuando la religión se impone. En este caso no sucede esto y hay una escueta carta de vinos con la que al menos puedes pecar y disfrutar de un vino, aunque el servicio del mismo no es nada esmerado.

Si estás por Granada y te apetece cocina marroquí merece la pena probarlo, con mención especial para los tés y ese cus cus.