Original comida y magnífico entorno

Restaurante de cocina pan-asiática situado en el corazón empresarial de Doha, en la primera planta del Hotel W Doha (5*). El Spice Market forma parte de una aventura gastronómica llevada a cabo por el laureado chef francés Jean-Georges Vongerichten que se quedó cautivado por la cocina callejera que se iba encontrando en sus viajes por diversos países del sudeste asiático. Esa aventura ha ido fructificando con la apertura de numerosos locales por medio mundo: Londres, Estambul, Doha, Bangkok, Nueva York, Las Vegas, etc. En todos ellos, se elabora una cocina a caballo entre el exotismo de la cocina tradicional y el virtuosismo de la cocina de fusión.

En el caso del local de Doha, el salón es de grandes dimensiones pero con discretos separadores que crean un entorno acogedor e íntimo. Poca luz ambiental creada por tradicionales farolillos rojos para recrear un ambiente exótico y música chill out. A mí personalmente, me pareció un sitio muy “fashion”, pero tengo que decir que agradable y cómodo. Todos los detalles muy bien estudiados.
Dispone de una barra con un buen surtido de bebidas alcohólicas para el que quiera tomar una copa antes o después de la cena.

El servicio formado numerosos jóvenes de diferentes etnias procedentes de Europa, Asia y África. Este detalle creo que también está muy bien integrado en el ambiente que se quiere crear. Todos ellos muy simpáticos y atentos.

Carta no excesivamente larga y basada en la gastronomía del sudeste-asiático (incluyendo un buen surtido de makis, niguiris y sashimis), pero con elaboraciones y presentaciones actualizadas.

Como detalle de la casa, un pan muy fino y crujiente con una salsa de tomate especiada y con chile realmente espectacular.

Cena para una persona (he intentado darme un paseo gastronómico por el sudeste asiático):

- Maguro Niguiri: Tres delicados bocados de sashimi de atún. Me llamó la atención su reducido tamaño pero en cualquier caso, un buen comienzo.

- Dumplings de marisco: Cuatro exquisitos dim-sum de masa fina y translúcida hechos al vapor y rellenos de gamba. Por encima, una lograda salsa de langosta y shiitake. Resultado espectacular.

- Alitas de pollo thai: Media docena de alitas fritas y un pelín picantes. Tenían un sabor agridulce al macerarlas durante unas horas con mango y menta. No me corté y me las comí sin cuchillo ni tenedor. Para no parar.

- Curry vietnamita de pollo: Otro espectáculo de plato. Medio pollito partido en tres trozos y muy jugoso, cocinado con un delicado curry amarillo elaborado con leche de coco, jengibre y cebolla, del que sin duda eché en falta algo de picante. Se presentó en un recipiente cerámico muy bonito. Me llamó la atención que llevaba tirabeques enteros. De guarnición, un bol lleno de arroz cocido. Si señor, un buen curry.

- Tarta de queso: Una ración de tarta de queso aromatizado (¿?) con hojas de lima-kefir (de frutos parecidos al limón pero mucho más pequeños). Como complemento, un sorbete de mandarina (no muy logrado) y unos trozos de piña caramelizada. Quizás lo más flojo de la cena pero sin duda alguna, un buen final.

Este hotel si tiene licencia de bebidas alcohólicas. De nuevo me encontré con variedad de vinos de todos los rincones del mundo, aunque me sigue dando la sensación de que son vinos de fácil rotación. No me pareció que hubiera sumiller y el servicio por parte de los camareros era más bien discreto. De nuevo, precios demasiado altos. Así es tomé solo una botella de agua Evian.

Precio total: 72.00€ (inc. tasas y la botella de agua).

Nota: El precio por persona indicado es lo que estimo que costaría comer en este local con tasas y servicio incluidos y sin bebidas.