Perfecta fusión entre fonda tradicional y cocina con toques modernos.
Mantiene en la carta algunos platos tradicionales de la abuela, pero incorpora con mucha gracia platos de corte moderno de perfecta ejecución. Se nota la escuela del cocinero.
Trato en sala muy humano. Martí sabe estar en su lugar, ni muy distante ni demasiado empalagoso. Además ha sabido adaptar la carta de vinos a los tiempos actuales. Ha cambiado totalmente la misma, quedando una carta no muy extensa pero muy equilibrada, con tres o cuatro buenas estrellas, como el Barón de Chirel o el Merlot-Merlot de Enate.
Restaurante del que sales satisfecho, con una cocina franca, un servicio correcto y personal, y una carta de vinos en la que se puede escoger sin temor a ser "atracado".
Os lo recomiendo si hacéis alguna escapada por la comarca montañosa de La Cerdanya.