Buen thailandés en entorno de gala

Restaurante de cocina thai con varios reconocimientos y premios en Oriente Medio. Situado en la planta baja del imponente Hotel Gran Hyatt. Me decidí a visitarlo tras leer cosas interesantes en internet acerca de su cocina. Pero vamos, creo que no es para tanto, aunque reconozco que la cocina thai es casi una desconocida para mí.

Gran salón con mucha separación entre las mesas, de madera y con manteles individuales. Predomina la madera y la escasez de luz para crear una atmósfera íntima. No hay detalles decorativos que nos recuerden a Thailandia ni música ambiental. Intenta crear un ambiente moderno y elegante y podría decirse que sí que lo consigue. En el salón se sitúan tres cocinas formando parte del entorno, por lo que se puede ver la actividad de los cocineros desde las mesas. Cada cocina se encarga de una parte de la oferta en la carta.

Servicio muy joven a cargo de unas encantadoras thailandesas. Se deshacían con tantas atenciones. Buen servicio, sin duda, durante la cena.

Carta basada en la cocina tradicional thailandesa sin malabarismos, ni en las elaboraciones ni en las presentaciones. Dividida en sopas, ensaladas, noodles y arroces, fritos, wok, al vapor y curries. Me explicaron que las raciones son muy pequeñas, por lo que me aconsejaron pedir al menos 3 o 4 platillos. Ciertamente lo son, pero lo bueno es que uno se puede preparar un menú con más degustaciones. También había un menú degustación bastante largo pero se exigían al menos dos personas.

Tuvieron un detalle antes de comenzar la cena, pero no recuerdo lo que era (me lo diría dieciocho veces la chica, pero cuando llegué al hotel, a tomar viento fresco el registro).

Cena para una persona:

- Gai hor bai tuey: Sin duda el plato más flojo de la cena. Trozos de pollo envueltos en hojas de pandano y fritos. Se supone que la hoja debiera haber aromatizado al pollo con notas de frutos secos, pero yo no noté nada de particular. Me dijeron que eran comestibles, pero la verdad es que no me resultaron agradables para nada.

- Pad thai: Quizás el plato más popular de Thailandia que consiste en un salteado en wok de noodles de arroz con huevo, salsa de tamarindo, brotes de soja, pollo, gambas y adornado con cacahuetes picados. Plato muy sencillo pero que a mi me gustó. Lo presentaron junto a un cuenco con salsa de soja con semillas de sésamo. No estuvo nada mal.

- Kaeng kiew wan gai: Otro clásico presente en casi todos los restaurants thai. Lo consideraría como una sopa muy picante de pollo con leche de coco, caldo de pescado, pasta de curry verde hecho con chile thai verde y fresco, chile thai rojo laminado, hojas de albahaca dulce y berenjena thailandesa. Resultado muy sabroso pero extraordinariamente picante (menos mal que lo pedí “medium”). El picante contrastaba con la aportación dulce de otros componentes. Bravísimo.

- Nuea phad prik kratiem: Otro clásico salteado pero de tiras de ternera con salsa de soja, ajo, pimienta negra, chile rojo laminado y albahaca. Otra bestia que tal baila. ¡Qué manera de picar! Pero esto del picante tiene estas cosas: sigues hasta terminarlo porque entre otras cosas, estaba realmente bueno. No, si al final me haré adicto a esto del picante.

Para los dos últimos platos, me sirvieron aparte arroz blanco cocido sin más. Lo denominan arroz jazmín, de grano largo y que suele apelmazarse fácilmente al cocer.

- Kao neaw mamuang: Para terminar, un postre que contiene el clásico “sticky rice” de difícil traducción (¿arroz glutinoso?). Arroz de grano corto (kao neaw) que al cocinarse se hace como pegajoso. Aquí lo mezclan con leche de coco templada, resultando bastante agradable de comer por su delicado dulzor. El plato llevaba también unas rodajas de mango fresco realmente bueno. Postre sencillo, curioso y agradable.

Este hotel si tiene licencia de bebidas alcohólicas. Dispone de una carta bastante variada aunque me pareció que no había grandes vinos. Organizada por variedades blancas y tintas; prácticamente tenían de todas menos de cepas españolas (realmente nuestra representación se quedó en el Viña Sol de Miguel Torres). De cada variedad tendrían al menos media docena de representantes de todas partes del mundo (España no debe ser de este mundo para el responsable de la carta). Como no podía ser de otro modo, precios de risa y me niego a pagar 8€ por una copa del citado vino o similar. Sólo tomé agua (bonita botella de diseño). El servicio me pareció más que aceptable simplemente por su oferta y por las aparentes copas que observé en otras mesas.

Precio total: 48.00€ (inc. tasas y botella de 1 litro de agua).

Nota: El precio por persona indicado es lo que estimo que costaría comer en este local con tasas y servicio incluidos y sin bebidas

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