No suelo introducir comentarios de las comidas y/o cenas de los congresos profesionales, dado que al ser de menú y para grandes grupos suelen ser flojas o en todo caso no creo sean demostrativas de los restaurantes donde se celebran.
Pero esta vez cené tan bien que pienso es merecido el comentario.
El entorno es espectacular como dice Voltaire, precioso estéticamente y la subida en ascensor hasta el local un pequeño viaje estupendo.
El restaurante con cierta estética yanqui en lo referente a la poca iluminación.
Sillas cómodas y menaje acorde con la categoría del lugar, lo mismo puede decirse del servicio del vino.
Comenzamos con una crema de cigalas al hinojo fresco: primero te ponían el plato con sus tropezones (picatostes, trocitos de cigala y otro ingrediente que no supe identificar) y a continuación encima la crema de cigala. Para chuparse los dedos, lástima no hubiera 2ª ronda porque hubiera repetido a gusto.
Seguidamente un canelón de pasta brisa con pollo de corral y setas a la crema de piñones. También hubiera picado otra vez.
De plato fuerte filet mignon de solomillo de buey con setas y tatin de manzana. Carne tiernísima y el tatin fantástico.
El postre me pareció lo más flojo sin estar mal: rejilla de chocolate con fruta y yogur búlgaro; hubiera cambiado lo primero por el helado de yogur que era muy rico.
Pan de 2 variedades, chapata y con pasas.
Bebimos un blanco original y que me encantó, Raventós de Alella de pansa blanca y un tinto Viña Izadi que me pareció excesivamente maderizado. El cava de los brindis un Parxet Gran Reserva.
Desde luego el nivel de los caldos también sobresaliente para un evento de estas características.
El servicio no se queda atrás, gente competente y muy amable.
Cuando marchamos tuve oportunidad de felicitar al maitre por la cena, realmente una de las mejores de grupo a las que he asistido.
También a destacar que si dejas el coche en el Parking del hotel te dan un vale y sale gratis la estancia.
En fin, a ver si tengo oportunidad de venir algun avez a hospedarme en este hotel que, aunque lejos del centro me gustó muchísimo en sus zonas comunes y por supuesto su restaurante.

Magnífico restaurante de mercado en un maravilloso lugar, en el piso 14, rodeado de vegetación y con una gran vista en el Hotel Renaissance, digno de verse por sus situaciones minimalistas, su jardín vertical y su apariencia externa. Diseñado por Jean Nouvel.
Este restaurante tiene una gran relación calidad precio, una gran atención y el producto es extraordinario. Combina tendencias culinarias vanguardistas con platos tradicionales. Manifiestan en su página web que todos y cada uno de los platos presentes en su cuidada carta están confeccionados con productos autóctonos de calidad y propios de cada época del año.
La bodega es correcta y suficiente y propone diversas posibilidades de todos los tipos, tanto nacional como internacional, bien seleccionados.
También te sirven copas de diversos vinos.
El menú es muy aconsejable. Yo tome un carpaccio de pez espada con verduras, expléndido y un “Rossejat” de fideos con langosta y “all i oli” suave, que estaba para deleitarse. Y de postre una sopa de fresa con helado, muy buena. El resto del grupo optó por otras variedades, que todas ellas fueron fantásticas. Bebí un verdejo Perro Verde.
No sé si por el lugar, la tranquilidad y el buen y profesional servicio disfrutamos más de la comida, pero nos dejó un gran recuerdo para aconsejarlo y volver.