Aranda es una ciudad con una oferta gastronómica excesivamente centrada en el turístico menú de asador, que con el omnipresente lechazo es la excusa perfecta para clavar 35€ al comensal por una ensalada, el cordero y el postre. Por suerte, existen otras opciones como La Raspa, que huyen de esta fórmula y ofrecen deliciosos arroces (su especialidad), completas ensaladas, apetecibles raciones de fusión (frituras, wok, salmorejo, carpaccios...) sin olvidar pescados y carnes variadas (nosotros probamos unas chuletillas lechales y presa ibérica fileteada de impecable factura).
Un trato al cliente exquisito que también se evidencia en la posibilidad de llevarse la comida sobrante y poder llevar el vino de casa (5€ por el descorche). Local moderno y luminoso, servicio desenfadado y carta de vinos bastante variada y a precios muy razonables, con predominio como es lógico de vinos de Ribera del Duero.
Si alguna vez volvemos por la zona, repetiremos seguro.
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