Es curioso que todavía en el foro no hubiera ninguna referencia de este local, bautizado por los propietarios como Gastrolounge, ya que la apertura de este espacio multioferta, bar de copas, restaurante, discoteca, fue un verdadero boom en una ciudad pequeña como la Imperial Tàrraco, con su punto provinciano. Durante muchos meses se habló de la posibilidad de que una conocida disco alemana que tneí asede en Barcelona abriera sucursal aquí y al final así fue, ocupando un gran local de 2 pisos situado en la zona de ensanche de la ciudad, un poco alejado del centro, para lo que es Tarragona claro.
Desde el principio estuvo rodeado de cierta polémica: protestas de vecindario, comienzo de la gestión gastronómica a cargo de un conocido cocinero que al poco dejó la empresa,...Yo estuve al poco de abrir tomando una cerveza y luego uan copa y cenando en grupo y no me gustó, mucho ruido para mi gusto dado que a partir de las 23,30 empieza la múscia disco a todo trapo.
En fin, el viernes pasado le di finalmente una oportunidad un poco mas én serio y la verdad es que cené bien.
El comedor ocupa un espacio amplio, con muy buena distancia entre mesas, tiene su punto de penumbra tipo USA y su decoración está cuidada hasta el mínimo detalle. Nos situaron en una mesa con sillas en un lado y sillón corrido en el otro; éste último es cómodo para tomar una copa bien repantingado pero desde luego no para cenar, ya que la mesa queda bastante lejos del respaldo.
La cocina queda a la vista.
La carta no se complica la vida y se basa en unos cuantos entrantes para compartir mayormente y unos pocos segundos de carne y pescado.
Nosotros tomamos un pan de cristal con tomate correcto: conseguido pan, aceite de calidad y pena que el tomate para untar sea un poco corriente.
Ensalada de ventresca y cebolla, también agradable y con el mismo buen aceite para aderezar.
Patatas bravas, salsa de curry nada picante.
Croquetas de jamón: de las mejores que he probado últimamente, cremosas por dentro.
tempura de verduras: lo más flojo con diferencia, unos palitos de verdura bien hechos pero en ración ridícula.
Para compartir un chuletón excelente con patatas y pimientos verdes
muy bien preparados.
Pan de un tipo.
El servicio del vino tiene muy buen nivel: copas Riedel y un camarero que hace las veces de sumiller; conoce su oficio y se nota le gusta lo que hace, un placer poder comentar con él y dejarse aconsejar. La carta es muy corta pero tiene botellas de la antigua carta que ofrece a muy buen precio.
No tomamos postre.
El servicio es amable y profesional.
Pûnto y aparte toda la parafernalia que acompaña al local, con porteros en al puerta, señoritas en la puerta, variios filtros para pasar,...desde el principio me pareció una exageración para una ciudad como la nuestra pero deben ser las normas de la empresa. A mí personalmente me resulta incómodo y afectado.
En resumen, cenamos bien y bebimos muy bien, un poco incómodos los asientos y cuando empieza el "chunda-chunda" salimos corriendo, ya que a partir d eentonces si quieres hablar lo tendráas que hacer a gritos, dado que entre la pista d ebaile y el restaurante sólo hay una cortina. Sorprende lo poco arriesgado de la oferta culinaria, cuando abrió con el primer cocinero ofrecía otra perspectiva. En todo caso volveré porque además el precio es muy contenido.