El restaurante forma parte de La Marca de Garantía “TOSTÓN DE ARÉVALO” que certifica y garantiza que el TOSTÓN DE ARÉVALO es un producto de calidad, que forma parte del patrimonio cultural y gastronómico de la Comarca de Arévalo, caracterizado por un modo natural y tradicional de cría y de preparación del asado, desarrollado en los pueblos que forman dicha comarca y transmitido durante siglos, de generación en generación. El restaurante ofrece menús en el entorno de 25 € que sí pueden incluir el tostón. Está situado en un primer piso, por lo que el acceso está condicionado a la movilidad. El comedor, sin ningún alarde y con un aprovechamiento del espacio casi sin espacio para deambular entre las mesas. Mantelería y cristalería adecuadas. Nuestro menú, bien clásico consistió en unas judías blancas de Arévalo que ya trajeron emplatadas en medias raciones, muy suaves, aunque quizás un poco "sabrosas" (saladas). Les siguieron dos generosas raciones de tostón, con todas las garantías de trazabilidad, delantero y trasero, para comerse hasta los huesecillos, acompañadas de un magnífico pan castellano y sendas ensaladas de cebollas, lechuga y tomate para aliñar al gusto. Dos postres caseros ricos, de flan de queso y tarta de manzana (ésta mejorable). La bodega es más que suficiente, con crianzas y reservas de Rioja y Ribera (a precios "razonables") aunque yo me decanté por un Cigales (de entre las otras denominaciones disponibles) para el que pedí y enseguida trajeron un conservador de abrazadera. Buena relación calidad precio de este vino (6,50 €) pero no guardé la bodega al no despertar en mí sensaciones más allá de lo fresquito que estaba el vino. En definitiva, es quizás el sitio que te recomiendan los arevalenses, una población donde lo que no escasean son los restaurantes y el arte.