Pinchos, platillos y tapas.

Local sin demasiado encanto, mesas de madera sin mantel, copas y vajilla de batalla. Servicio joven algo inexperto pero con ganas. Autoservicio de pinchos en la barra que cada uno se lleva a la mesa, a 1'50€ los fríos y a 2,25€ los de foie y calientes. Queríamos picar algo sin demasiadas complicaciones para cenar, comimos unos 12 pinchos variados, correctos en general, y un par de platillos, huevos estrellados con patatas y crujiente de jamón, sabroso pero las patatas un pelín pasadas y croquetas variadas (en realidad, de dos tipos, 3 de ceps, buenas y 3 de bacalao, muy sabrosas). Para beber una botella de tinto joven Món Perdut 2011 de l'Empordà, un vino que no conocíamos, normalito, a 9€ (y que al día siguiente vimos en tienda a menos de 4€). La cuenta para dos, 37€. RCP correcta, pero el lugar no es gran cosa, y sobretodo después de haber comido en Casamar al mediodía.

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