De nuevo por tierras andaluzas y con ganas de aprovechar este día con una climatología favorable, nos decidimos hacer una excursión por esta zona a caballo entre las provincias de Málaga y Cádiz.

Recordando uno de los comentarios de José Ángel, del restaurante El Mirador y tras varios intentos de reservar sin encontrar respuesta telefónica, nos presentamos en Setenil. Pueblo que puede presumir de tanta belleza como dificultad para aparcar y que hace que tengas agudizar al máximo tus sentidos si no quieres dejar el coche encajado en una de sus angostas callejuelas. La verdad es que la poca disposición del responsable de sala para tratar de ubicarnos en el bonito comedor a pesar de comentarle las llamadas que habíamos hecho sin respuesta y la gran cuesta que habíamos subido a pie para conseguir nada más que una vaga respuesta y una recomendación de comer en algunos de los próximos establecimientos a su restaurante.

En definitiva acabamos por sentarnos en éste establecimiento, de gran concurrencia y con plena ocupación en la terraza.

Como vimos que todo estaba orientado al menú, nos decidimos por las alternativas siguientes para dos personas:

Sopa campera: Sopa de cocido con huevo, chorizo y algún fideo. Si no espectacular, cumpliendo su cometido, aunque un poco "deslavazada".

Salmorejo: Cremoso, untuoso, con tropezones de huevo, jamón y atún si bien un poco subido de vinagre (aunque compatible con mis gustos). Abundante ración.

Plato de monte: Huevo frito, morcilla, chorizo, cinta de lomo fresca, pimiento verde, trozos de tomate aliñado, patatas fritas casera. Un monumento al colesterol, vaya.

Carrilleras de cerdo al oloroso: Plato de carácter universal que aparecen en todo restaurante (junto con las de ternera). Muy ricas y bien hechas. Con la típica salsa jardinera pasada por batidora con la guarnición vegetal del plato anterior. Ración que supo a poco.

Todo ésto con un pan aceptable y dos cortados a razón de 10€ por menú.

Para beber inicialmente tomamos un par de manzanillas y un botellín de Cruz Campo, para seguir con un vino elaborado por el propietario del restaurante consistente en un resultón tinto "afrancesado" aunque de Cádiz , coupage de Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah agradable y poco más, servido en jarra de barro pero en unas copas más que dignas.

Acabamos con un par de Gin Tonics de Beefeater y Schweppes sin glamour, pero a 3.5€ cada uno con lo que la cuenta ascendió con todo incluido a 41€. No puntuaré el apartado de vino porque quitando lo comentado, no me dieron ninguna sensación de inquietudes en este aspecto.

Recomendable, sin duda.