Restaurante L’Osteria Di Giovanni en Florencia
Restaurante L’Osteria Di Giovanni
País:
Italia
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
67,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Comida solo el sabado y el domingo. Cena todos los días
Nota de cata PRECIO MEDIO:
67 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.0
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
5.0
Opiniones de L’Osteria Di Giovanni
OPINIONES
1

Segundo viaje a tierras florentinas y, habiendo transcurrido ya dos días de nuestra llegada, aún no habíamos recuperado nuestra maleta (perdida por la gentileza de VUELING) ni, en lo que aquí interesa, degustado el elemento gastronómico por excelencia de esta maravillosa ciudad: la bistecca alla fiorentina. Obviamente, había que reparar esta ignominia gastronómica a la mayor celeridad posible, pues era nuestra última comida aquí (por lo menos, hasta otro viaje) y no era cuestión de planteárselo para la cena.

Situación y entorno: Céntrica, pero separada del agobio del centro. En una calle bien señalada en el mapa en la parte “antigua” de Florencia que no presenta dificultades para ser encontrada. El entorno exterior no dice nada, aunque sí es agradable el ambiente que se respira desde que se traspasa la puerta, en la que te suele recibir un personaje curioso -posiblemente el dueño, Giovanni- que es tremendamente singular: una especie de Mickey Rooney (en sus últimos años), de andares muy graciosos y con una simpatía a raudales. Queríamos reservar para cenar, pero ya nos indicó que lo tenía lleno, pero que nos anímasemos a entrar a comer.. Y así lo hicimos.

El ambiente interno es agradable. Osteria con varios espacios o salones que, en su conjunto, me pareció bastante grande (lo que yo veía -dos saloncitos-, fácil para 60 pax) y había más salones. Paredes de color amarillo y un techo abovedado muy curioso. Lámparas metálicas que le daban un toque modernista y mezcla de pequeños y grandes cuadros con dibujos y fotografías. Alguna lámpara con suave iluminación empotrada en las paredes. Nuestra estancia presidida por un gran cuadro con motivos angelicales. Un sitio, se podría decir, tranquilo, confortable, en el que se está relajado.

Mesas de tamaño muy aceptable para lo que se gasta en Italia, con una correcta separación entre mesas. Sillas cómodas, de madera y con un diseño clásico. La limpieza es evidente.

La vajilla es correcta -blanca, con una factura muy sencilla, pero muy propia para lo que allí se come (fundamentalmente carnes)- y buenas copas. Cubertería buena y, sobre todo, efectiva -buen cuchillo de sierra para la bistecca-. Mantel y servilletas de tela blanca

Servicio y servicio del vino: Muy serviciales. Los camareros vestidos de negro te atienden con esmero y amabilidad. En nuestro caso, hizo el esfuerzo de dirigirse a mi mujer en Español, al ver que le tenía que traducir algunas cosas. Y, además, con un aceptable conocimiento de nuestro idioma. Rapidez en la atención (y había bastante gente), sin espera alguna desde el instante en que te sientas. Rápido el agua, el pan, la carta, un aperitivo, una copita de prosseco etc. Muy bien en este sentido

El servicio del vino fue también muy correcto. Nos cambiaron las copas nada más pedirlo. El vino tinto -cualquiera se “enjareta” un blanco con lo que venía después- estaba, como es habitual, un tanto pasado de temperatura, lo que se notó de inmediato en la sensación alcohólica del mismo en su degustación. Champañera rápida con hielo y problema solucionado. Por cierto, alguna vez procedieron a rellenarlos la copa.

La carta de vinos es muy correcta. Sobre unas 120 referencias entre blancos y tintos (más 4 ó 5 rosados). Evidente predominio de los “toscanos”, pero con una representación -mayor o menor según los casos- de casi todas las denominaciones de origen de la “bella Italia”. Había alguna pequeña representación de la legión extranjera (franceses) pero sin mayores ínfulas. Por supuesto, si te las quieras gastar no hay problema: algunos de los principales vinos italianos con clase tipo barolos, valpolicellas o supertuscan los tienes allí.

En lo que a nosotros respecta, y dada la comida que esperaba, había que elegir algo con un cierto cuerpo.. Y vaya si lo encontré en un tassinaia 2007 (sangiovese, cabernet sauvignon y merlot a pachas) que hizo posible el milagro de que "casi" me pudiese acabar la bistecca. 47 euros en restaurante (30 en tienda, con una muy correcta RCP).

Comida: La verdad es que aquí poco puedo decir, ya que íbamos de cabeza a por la bistecca, aunque lo cierto es que la carta tienen en la pagina web bien descrita. No obstante, y a la vista de lo que fui viendo en las mesas colindantes, lo cierto es que pasta tenía una pinta fabulosa. Tienen también alguna cosa que hacen en el mismo día…(en nuestro caso, fueron dos o tres primeros, como la ensalada de funghi porcini con trufa, que es lo que al final nos pedimos, en espera del plato estrella).

Antes de comenzar a comer, y después del prosecco, te sacan una especie de masa que asemeja a los buñuelos de viento. Te comes un par y basta, aunque la fritura de los mismos era bastante buena.

La ensalada estaba buena (a mi juicio), menos para mi mujer. Quizá el problema estuviera en que los funghi -de buen tamaño- estaban crudos, sin cocinar, lo cual, a mi entender, no era problema, pues es laminado de los mismos era perfecto, casi milemétrico. Un plato muy, muy vegetal incluso en lo que concierne a su preparación. Puro producto del campo tal y como viene de allí. Con un olio fantástico y un aceto de no menor entidad, pues la verdad es que abrió el apetito. Por cierto, ensalada en buena cantidad. 20 euros.

Y llegó la estrella: un pedazo de bistecca demoledor. Fácil 1,300 Kg de carne -sino algo más- a 50 euros el kilito (esto es estándar en Florencia, euro más o menos). Preparación sencilla, como los chuletones de siempre, pero muy bien hecha; de entrada un poquito cruda -mejor- y luego, previa petición, un poquito más pasada. Bien precortado y fileteado, estábamos en presencia de un género magnífico, suave, sabroso. Empujándolo con el vino fue entrando poco a poco, pero fue imposible acabárselo, so pena de reventar.

A ello se une la presentación con unas patatas, muy similares a las bravas, aderazadas con perejil y “alegradas” con pimienta -quizá en exceso-, pero que acompañando a la carne (apenas sin salar), daban una combinación muy apetecible.

Para empujar todo lo anterior, el pan, tipo hozaga, precortado en rebanadas de media dedo de grosor y aceptable.

Ni que decir tiene que el postre ni se planteó, y eso que el tiramisú de los de la mesa de al lado era muy digno de consideración. Pero es que era imposible; de hecho, la cena se redujo a un refrescante helado florentino con el que intentar acabar con los restos de la bistecca.

Al igual que la invitación al prosecco -incluido, al igual que la botella de agua, en el precio del servicio (copperto)-, al final nos invitaron a tres limoncellos (dos para mí, una para mi mujer). Me ofrecieron también la opción de la grappa… a la que estuve a punto de sumarme, pero me contuve.

Todo por 135 euros/2 pax. RCP a mi juicio correcta, pues la calidad es buena y la cantidad, en fin, como si el mundo se fuera a acabar tras esa comida.

Un sitio ideal para los de “buen saque”.. Quizá me gustó más Cocco Lezzone (a 5 minutos del presente restaurante) -cuya bistecca también ví, aunque no caté-, por su ambiente mas “auténtico”. Esto es más florentino, más fino, sin renunciar a esa esencia italiana. Y para comer hasta reventar.. y nada mal, por cierto.

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