En Canet, y más en primera linea de mar, es complicado comer. O comes mal, o te clavan o las dos cosas. Por eso es importante conocer más o menos la zona y saber dónde entrar y dónde no.

El Galeón es un restaurante que hace tiempo tuvo un cierto prestigio, subió los precios algo desproporcionadamente y ahora parece haber moderado de nuevo sus minutas. Una de las cosas por la que no volvíamos era por la presencia de esos cazaturistas que te acosan cuando pasas por delante, algo que personalmente no me gusta y no me genera confianza. Pero teníamos la noche tonta y nos apetecía volver a ver qué tal estaba la cosa.

Cenamos en el pequeño porche que tienen a la entrada, con unas falsas costillas de adán de plástico que no me acaban de gustar, pero para gustos. Aún así el sonido el mar, la brisa nocturna y el servicio atento y eficiente te hacen relajarte y olvidar estas cosas. Nos apetecía tapear un poco por lo que nos centramos en los entrantes y tomamos unas tostas de pan con tomate y allioli, unasmuy buenas, pero escasas, bravas, unos pimientos del padrón, también muy ricos, sin excesos de aceite y de buena calidad, unas puntillas con un buen rebozado y nada grasosas, algo que cuesta encontrar en los garitos de la playa circundantes, calamar a la plancha y unos boquerones realmente buenos, lo mejor de la noche.

Lo cierto es que todo lo que comimos estaba bastante bueno por lo que volveremos a probar más cosas de la carta. Esta vez buscábamos una cena ligera de tapeo y no probamos platos principales.

Respecto a la carta de vinos... la cosa está algo mal. Poca variedad en al sección de blancos y espumosos, sota, caballo y rey en la selección y precios excesivos, por lo que nos pasamos a la cerveza y el agua. No valoraré el servicio del vino porque no tomamos, pero si valorara la carta, desde luego la suspendería, así como las copas, que son de batalla y de poca calidad.