Martes, 6 de la mañana. Suena el despertador para, desde Zaragoza, encaminarme una vez más, por razones profesionales, a esa magnífica ciudad que es Venecia. Un cruasán, un vaso leche y un par de nueces.
Poco tiempo después, y tras coger todo tipo de medios de transporte (incluido un vaporetto), estoy en Venecia, 14.30 horas, sin haber probado un bocado desde el desayuno. Bochorno, humedad, el hambre acuciaba.. Nada reservado (eso lo dejo para las cenas). A suerte y verdad. A jugarsela otra vez. Y, de nuevo, salió mal.
Situado en un sitio sumamente céntrico, practicamente al lado de la plaza S. Marcos; más concretamente en la primera calle a la izquierda pasado el mítico Ponte dei Suspiri (cuya historia se explica, adecuadamente, si se visita esa maravilla que es el Palacio Ducal -propiamente Palazzo Dogale-).
El entorno externo es normalillo, pues la calle es más bien estrecha y sin encanto... Hay un montón de restaurantes en esa misma calle. Por lo que ví después, la elección difícilmente pudo ser peor. El entorno interior es más aceptable. Es más, si os meteis en la pagina web parece hasta muy bueno. Paredes y ambientación en tonos amarillos y ocres. Limpio. Algunos pequeños cuadros y mascaras venecianas. Toques de madera, que contrasta con una cierta funcionalidad. Un ristorante con toques modernos, vamos.
Capacidad sobre una 100 pax. Mesas tamaño normal. Sillas típicas de las brasseries francesas. Manteles y servilletas de hilo sencillo. Vajilla normalita. Cubertería y vasos adecuados, pero simplemente aceptables. Poco a reseñar en este aspecto. Separación justa de mesas y un ruido... pero de los de ambiente, ambiente. Dí que a ello colaboraron adecuadamente -cómo no- unos cuantos compatriotas nuestros que pagaron la turistada como yo.
El servicio: Pues la verdad normal. El propio de este tipo de sitios. Una cierta rapidez, sin mostrar excesivo interés por el cliente. El servicio del vino no lo puedo comentar, así como tampoco la carta. Estaba deshidratado y necesitaba, como fuera, una cerveza. Muy buena, por cierto.. De lo mejor de la comida (4 Euros). Buen copón y fresquita.
La comida. No negaré que no tengan variedad. Te sacan la carta, con las típicas especialidades italianas (básicamente diversas pastas, algún rissoto y pescados). Y tienen bastantes menús: el de carne -fue el que tomé-, el de pescado, el italiano, el vegetariano .... con precios que se mueven entre los 25 y 30 euros. Y también pizzas.
Mi menú estaba compuesto por lo siguiente:
1) queso provolone frito: pequeño cuadrado empanado como si fuera un escalope, estaba flojete, flojete. Una presentación penosa, bajo cuatro hojas de lechuga dispersas por el plato que ya lo dicen todo. ¡¡ Con lo rica que hubiera estado a la planca, como la hacen los argentinos.!! 4
2) Tortellinis rellenos de ricotta con tomate,guisantes, champiñones y (un cacho suelto -lo juro-) de setas. La peor cocción del mundo, para echarlos de Italia. Flojos de sabor y con los guisantes bañando el plato sin ton ni son. Mal, muy mal: 1
3) Lomo con patatas (imitando a las bravas) y espinacas. Bueno, por fin apareció la carne. Dos filetitos de lomo de cerdo, acompañados de una salsa de aspecto amarillento. Probé un poquito y, tras quitar la salsa, aún pude con uno de los trozos y alguna patata. Tenía hambre, pero loco no estoy, por lo que ni siquiera me acerqué a las espinacas (las cuales hicieron su labor, pues me permitieron esconder debajo el otro filete y varias patatas): 3
De postre: Un tiramisú, artificial donde los haya, pero con un sabor rico. Qué pena de presentación de todo a 100. 5.
Para ayudar a empujar lo anterior, te sirven 4 panecillos de pan pequeños que estaban sorprendentemente tiernos y ricos. Qué cosas.
Todo por 30 euros/persona. Cantidad: si. Calidad: ninguna.
En fin, una experiencia para no repetir. Pero para avisar a los compañeros y lectores del foro. Un sitio totalmente prescindible, en el que, como ya he dicho, se da cita todo el turisteo de Venecia (bastaba ver al matrimonio ruso que tenía al lado). Eso sí, justo es reconocerlo: lo tenían hasta la bandera.
Y, sí, me lo comí casi todo. O eso, o la muerte por inanición. Qué le vamos a hacer. Espero resarcirme en el restaurante de esta noche -este sí, previamente reservado- y que ya procedo a subir en un par de días. Hasta entonces.