Dice el título de uno de los álbumes del grupo vallisoletano Celtas Cortos, ahora lo entiendo, si yo viviera en Valladolid seguramente también me veríais a menudo en los bares.
Subiendo hacia el norte con la esperanza de que refrescara un poco, como así fue, paré en Valladolid, ciudad completamente desconocida para mi, así que de nuevo eché mano del amigo Gabriel, que tras consultar con su hijo me mandó sin dudarlo a La Tasquita, y bares adyacentes.
Para los que vivimos en zonas donde el tasqueo no es algo habitual, descubrir estos bares es de alucine, cené de capricho por poco más de 13 euros repartidos en dos bares.
Entré primero en La Tasquita, lleno a rebosar tanto el interior del bar como la terraza, de manera como pude me hice un hueco en la barra.
Tras debatirme un rato sobre si seguir pidiendo más platos, o probar otro local, al final pedí la cuenta y salí con todo el dolor de mi corazón.
Aunque no pasé de la barra del Bar, veo ahora en su web que disponen de restaurante, así que no descarto en otra ocasión sentarme y disfrutar de la Tasquita más a fondo.
La Cuenta
Crep de Rape con salsa de Carabineros
Tosta de Gambas
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