Sí, pero...

Instruidos por un buen consejero encaminamos nuestros pasos este domingo hacia este restaurante que no conocía. Esa misma tarde, navegando desde casa, descubro con sorpresa que el local ya tenía una valoración aquí en Verema, aunque de hace bastante tiempo y, por lo que deduzco, bajo otra dirección. Gracias a la red me entero también que La Renda es el proyecto conjunto de José Luis Pulido y Yhoana Gavilánez. El primero estuvo trabajando durante muchos años en el restaurante Los Remos de Xàbia, uno de los locales señeros de esta pequeña ciudad con gran renombre entre sus habitantes y quienes la visitan periódicamente. Yhoana, la cocinera, cuenta entre sus logros haber llegado a la final estatal en el concurso de tortilla española o haber conseguido el primer premio en el Mejor Salazón de Alicante. Experiencia suficientemente contrastada, pues, en sala y en cocina.

El local se ubica en la barriada del Puerto y, aunque no goza de una ubicación privilegiada (no tiene terraza ni vistas al mar), nos sorprende el llenazo que nos encontramos al llegar. Rápidamente, tal como nos habían advertido por teléfono al hacer la reserva, acaban un par de mesas de cenar y nos preparan la nuestra. El local tendrá una capacidad de unos treinta comensales y las mesas son suficientemente amplias respetando además una buena distancia entre unas y otras. Decoración de inspiración claramente rústica, con muros de piedra y un imponente arco interior de piedra tosca, material éste muy representativo de la arquitectura xabiense. Las sillas del restaurante y unas puertas en tonalidades vengué con un diseño bastante más actual dotan al local de un acertado contrapunto de modernidad.

La sala está atendida únicamente por José Luis. Al principio nos dio la impresión que la situación podía desbordarle y que el servicio era insuficiente. Nada de eso. Con el leve apoyo del personal de cocina a la hora de sacar algún plato, él solito supo llevar a la perfección el servicio en todas las mesas. La carta se divide en bastantes apartados: entrantes, tostas y cocas, ensaladas, arroces, pescados, carnes y postres. Nos apetecía compartir platos y nos centramos en el primer apartado. Entrantes típicos en la hostelería actual: ensaladilla y bravas a su manera, ceviche, carpaccio, tartar, huevos rotos, pulpo sobre patata… Nada nuevo. Nadie nos advirtió de sugerencias fuera de ella y confeccionamos nuestra comanda sobre la carta que nos dieron. Nuestra sorpresa vino después cuando vimos servir en las mesas contiguas platos que no habíamos visto y que, ciertamente, tenían más buen aspecto y bastante más originales que los de nuestra comanda: una cañada de tamaño considerable, la pastela… Un detalle que nos disgustó bastante. Hecha la aclaración, relato lo que comimos:

- Ensaladilla de la Renda: Bastante convencional. La patata bien machacadita, como a mí me gusta, y un pelín sosa. Rectificamos con sal. Se sirve sobre un crujiente (¿de maíz?). Reseñar que, antes de ella, nos obsequiaron con unas ricas aceitunas aliñadas, una alioli casero y una deliciosa mantequilla de sobrasada. Riquísimos también los panecillos que acompañaban y que desaparecieron en un tris tras.

- Carpaccio de ventresca de atún: Delicioso, el plato de la noche, sin duda. Finísimas lonchas, con las típicas infiltraciones de grasa que caracterizan esta parte del atún, y acertadísimo en aliño con aceite de oliva que no resulta nada intrusivo. Manjar.

- Palomitas de pollo tandori: Pedacitos de carne del ave con un buen rebozado que no presenta exceso de aceite y acompañados por la rica salsa servida en un cuenco aparte. Los tomamos directamente con las manos. Bueno y divertido. Graciosa la presentación en cucurucho de papel de periódico.

- Bacalao en tempura: Correcto, sin más. Se sirven junto a un cuenco de mayonesa. Destacar nuevamente la ausencia de aceitosidad en la fritura. Se agradece.

- Huevos roros con jamón: Patatas fritas con el corte tradicional en la base, dos huevos con el punto perfecto de cuajado y unas lonchas de un buen jamón. Se espolvorea levemente con trufa negra pero se intuye la calidad de la misma pues, con apenas unas pequeñas motas de la misma en el plato, se siente ese sabor tan característico.

No tomamos postres. Pasamos directamente a los cafés. Destacable la calidad del mismo, cortito y muy intenso. Antes, durante la cena, tomamos un albariño sugerido por el propio José Luís. Habíamos pedido el Fillaboa que aparecía en la carta, pero, al no quedarles, nos trajo Chan de Rosas. Nos gustó bastante, pero, como sucede con la mayoría de albariños del año, requiere, EMHO, dos o tres años en botella antes de su máximo esplendor. La carta es bastante extensa para un local de estas pretensiones y ofrece referencias bastante particulares, fuera de los típicos vinos de rodaje en una zona tan turística como ésta.

Balance general positivo, cocina más que bien resuelta, pero nos quedamos con el regusto amargo de no haber tenido la posibilidad de degustar los platos más “de autor” de Yhoana que, seguramente, nos hubiesen sorprendido más. Servicio muy destacable.

  1. #1

    Joan Thomas

    Una lastima el no haber tenido acceso a los platos de autor. tal vez una razon para volver ;-)
    Saludos

  2. #2

    Antoni_Alicante

    en respuesta a Joan Thomas
    Ver mensaje de Joan Thomas

    Así será

  3. #3

    Abreunvinito

    Cada vez más amplia esa guia gastronomica que esperamos de tí...
    Saudos

  4. #4

    Juaneuge

    Hola Antoni, nosotros volvimos hace unos dos años cuando ya habian cambiado de dueños, y no nos termino de gustar , despues de tu experiencia igual repetimos, porque en javea no hay muchos sitios para elegir que valgan la pena ..un saludo

  5. #5

    Jansolo

    Analisis global y completo del local a partir de una unica visita, como siempre. Imposible visitar tu zona sin consultar previamente la ToniGuia, jeje.
    Un abrazo.

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