Restaurante La Marula en Zaragoza
Restaurante La Marula
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Precio desde:
12,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
13 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
4.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
3.5
Comida COMIDA
4.0
Precio medio entorno ENTORNO
4.5
RCP CALIDAD-PRECIO
5.0
Opiniones de La Marula
OPINIONES
2

Y otros adjetivos parecidos se le podrían poner a este exitoso loca. Es una especie de fast food tradicionall con escasos argumentos gastronómicos. Tratan productos básicos ( ensaladas, carnes, bocadillos, tostadas), de una manera desastrosa, sin ningún tipo de criterio. Los postres son de juzgado de guardia. El servicio en consonancia con la comida, menaje y cristalería de comedor de colegio. Así está Zaragoza...

Después de la celebración del internacional Trofeo Súperpocha -que data ni más ni menos que de 1994- los jugadores, agotados por la entrega con la que nos empleamos, necesitábamos reponer fuerzas con rapidez por lo que nos dirigimos al local que estaba inmediatamente al lado del que había tenido en honor de albergar la edición 2013 del mencionado prestigioso trofeo, ganada por cierto por un pletórico Perico Mouilaá.

No queríamos andar mucho más, tenía buena pinta y alguno de los contendientes (los de la facción de “la B”, Simón Pobes y Fran Lobera) manifestaron haber cenado allí recientemente con buenas sensaciones. Así que no lo dudamos.

No teníamos muchas expectativas ni exigencias, el cansancio se apoderaba, alguno tenía prisa…

El local, ubicado en Francisco Vitoria, una de las calles con más solera de Zaragoza, presentaba un lleno hasta la bandera, con un ambientillo formidable. Desde la amplia zona de bar -con una barra bien nutrida- que está a la entrada, hasta la propia sala de restaurante que está tras ella, todo estaba “abarrotao”.

En su conjunto se trata de unas instalaciones modernas, amplias, cómodas y bien dotadas. No es un lugar de grandes lujos, es un lugar cuidado pero desenfadado. La atmósfera que se respiraba era de “buen rollito total”.

Lo primero que éste que les escribe -el que más galardones posee, el hexacampeón Aurelio Gómez-Miranda- pensó fue que íbamos a cenar regular y que iban a tardar mucho en servirnos.

Pero oigan, me equivoqué. Cenamos francamente bien y servidos con mucha rapidez por unos camareros atentos, despiertos y simpáticos.

De las referencias que ofrecía la carta (diseñada para el tapeo, compartir es vivir, pica-pica, platos al centro o como le quieran llamar) elegimos las siguientes:

Escalibada con anchoas.
Pimientos de Padrón.
Pulpo brasa.
Puntillas.
Cazón en adobo.
Morro y oreja.
Longaniza brasa.

Todo estaba más que correcto: la escalibada bien compensada con el contrapunto salino de la anchoa; los pimientos de Padrón, pues unos picaron y otros nón; el pulpo brasa, con una textura muy amigable; las puntillas con la fritura como tiene que ser, crujientilla y sin exceso de aceite; el cazón muy sabroso, pero se les fue la mano con la sal; el mix de morro y oreja, fritito con aove, ajo y perejil, delicioso; y no podía faltar estando en Zaragoza un platico de longaniza, a la brasa, acompañada de pan tostado con tomate.

La carta y el servicio de vinos, vamos a calificarlos como “discretos”. Bebimos para comenzar un Pirineos Mesache Blanco 2012, que estaba superior, con ese logrado coupage de macabeo de vendimia tardía, gewürztraminer y chardonnay, en absoluto empalagoso pero sí golosillo por ese aporte tan característico de la “gewus”. Y proseguimos con un Coto de Hayas Joven 2012, coupage de tintas garnacha – syrah, honesto y frutal pero quizás carente de algo de “punch”.

El “momento Nescafé” de la noche lo protagonizó Gonzalo Serrano, pues éste se levantó para despedirse, yo hice lo propio para darle un abrazo, y cuando estábamos ambos en pie dándonos el mencionado y sentido abrazo de despedida, el siempre jocoso Ángel García, no tuvo otra ocurrencia que entonar un emotivo “cumpleaños feliz” (era mentira, no era el cumpleaños de nadie, pero Angelito es “asín”). Esto hubiera quedado en una mínima anécdota si no es por lo que aconteció en la sala en ese momento: todo el aforo del restaurante acompañó al unísono a nuestra mesa y alzando sus voces cantaron alto, fuerte y claro un divertidísimo y festivo “cumpleaños feliz” ante la incredulidad de Gonzalo que tuvo que sacar un pañuelo para esconder los lagrimones de risa que brotaban incontrolables de sus ojos. Pero mantuvo el tipo y agradeció con gestos ostensibles a toda la parroquia sus sinceras felicitaciones. Entre tanto, Nacho Midón moríase de risa, como todo el resto de los bien avenidos miembros del selecto y clausus “The Pocha Club”.

Disculpen por la frivolidad de narrar este episodio en una valoración gastronómica, pero no he podido evitarlo. Así que siguiendo con lo gastronómico, la siguiente sorpresa llegó cuando pedimos la cuenta, dividimos entre 7 y salía a… ¡12,5€ por persona!

¿Se puede dar más por menos?

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