Situada en una de las orillas de Isère, si la Quai Perrière de Grenoble destaca por algo es porque mires a donde mires, prácticamente solo se ven pizzerías y restaurantes italianos. Cómo la última vez me quedé con las ganas de probar alguno de sus locales, en esta ocasión me he quitado la espinita.

Día de calor y noche yo creo que más calurosa todavía, así que escarmentados por la experiencia de ese mismo día y huyendo de las terrazas, nos dedicamos a buscar restaurante, pendientes más que una buena carta de un buen equipo de aire acondicionado. Tras dar una vuelta entramos en uno y pedimos una mesa en el interior, y ante nuestro asombro el propietario nos dice que no, que la zone intérieure est fermée, que à la terrasse. Naturalmente huimos despavoridos.

Seguimos buscando locales con aire, hasta que vimos uno que más o menos cumplía los mínimos requisitos, ya que como el del mediodía tenía todas las puertas y ventanas abiertas, pero en fin, c'est la vie.

Local típico de pizzería, como en absolutamente todos los locales de la zona, desde la calle se podía ver la pieza principal de la casa, el horno de leña. Por lo demás solo le faltaba el detalle del mantel a cuadros blancos y rojos para cumplir todos los requisitos de una típica pizzería italiana.

La cosa no tiene más historia, probablemente no era la mejor pizzería de la zona, pero parecía la más fresquita, así que nos dispusimos a pedir,