Se trata de un local céntrico, abierto hace pocos más de dos años pero arrastra mucha historia gastronómica. Alejandro fué premio a mejor cocinero de España en 2002 y 2004, ha tenido dos locales con estrella Michelin y ahora ya tiene un tercero (éste) con reciente estrella. Al final de la comida lo hemos visto salir de la cocina pero para irse sin contactar.

A la entrada tiene una zona de espera, vinoteca o para copas, un local de decoración moderna y buena separación de mesas incluso con dos zonas separadas por cristalera. Muy buenas copas, mantelería, platos.. un buen servicio en sala en rapidez y profesionalidad.

Hay opcion de menú a medio dia de platos más de cocina casera asturiana, que es lo que hemos tomado, y otras opciones que se pueden consultar en su web.
Este menú de 18€ tienes dos platos a elegir entre 11 opciones, incluye postre, vino, pan y agua. No los cafés. En el tema del vino, ha sido un La Casa de Menade 2012 muy cumplidor pero lo extraordinario ha venido de que nos han abierto una botella y aún teníamos al final de la comida las copas medio llenas y han abierto una segunda botella para rellenarlas y con los postres aún las han vuelto a rellenar; todo en el mismo precio. Con el agua ha ocurrido exactamente los mismo.
El pan tipo pepito de pan blanco, correcto y crujiente, sin más especial.

Los platos elegidos para los tres: dos de salmon marinado tres sabores: 3 buenos rectángulos de buen salmon cada uno con una salsa diferentes siendo para mí la mejor la de mostaza. En mi caso a lo más tradicional: fabada; generosa ración de buenas fabes grandes, mantecosas, bien cocidas sin romperse, acompañados de buen compago de chorizo, morcilla y tocino entreverado.

De segundos: una de carrilleras con parmentier de patata, muy sabrosa la carne, en buena ración. Medallon de bonito a la espalda que ha quedado un poco seco en el centro por el tamaño del mismo con aceite y ajo sofrito. Mi segundo ha sido uno de los platos estrella de la casa: callos, muy melosos, troceados en tamaño como un garbanzo con patas en tacos casi del mismo tamaño y con un huevo en el centro a baja temperatura para ir mezclando: bueno y contundente menú en pleno julio.

De postres: uno de crema de café correcto y dos de arroz con leche de nuevo plato de la casa, servido en copa, muy sabroso, justo de caldoso, bien cocido el arroz y con azúcar quemado (tipo crema catalana) por encima.
Un extra de un café.

Comer a medio día, un menú de esta calidad (y hasta cantidad), de cocina casera, en un local con Estrella Michelín, es un auténtico lujo. Maldita crisis que en pleno mes turístico, eramos dos mesas.
Otro día habrá que conocer la parte más creativa, aunque sea renunciando a la fabada.