Otro descubrimiento en Lleida

El 2º en poco tiempo en esta ciudad que veo tiene un nivel gastronómico que desconocía.

Local con una gran barra y mesas altas, unas cuantas estándar al final del mismo: en las paredes predominio de la madera, da calidez al conjunto, y pizarras donde figuran los platos que ofrecen y la abundante oferta de vinos, con reseña del precio de la copa y la botella. Una muy buena forma de presentar las opciones al cliente, fácil de elegir y además sabes lo que vas a pagar antes de hacer la comanda. Si además la variedad es grande y los precios muy moderados poco más se puede pedir.

Compartimos una ración de arroz con turbot(rodaballo) que estaba rico a pesar de que me parece discutible el hecho de mezclar al menos dos tipos de cereal en el plato, en este caso uno más tipo bomba y el otro parecía salvaje, dado que el grado de cocción era diferente y "el dente" también.

Unas alcachofas rebozadas estupendas y un par de huevos poché con camagrocs (rebozuelos) y trompetas de la muerte. Este último plato de sobresaliente, para mojar pan como así hicimos.

El postre va en una pequeña carta completada con un par de vinos dulces. Tomamos una tartita de manzana estupenda, tipo Tatin recién horneada.

El local muestra una bodega climatizada donde se ven caldos de gran categoría, tanto tranquilos como cavas y champanes. Otro día he de volver con más tranquilidad porque el sitio merece mucho la pena.

El precio: 20€ por persona, incluyendo 3 copas de vino, citar que eran unas Riedel. Las copas de agua también de calidad.

Servicio eficaz aunque un punto seco.

Mesas con separación suficiente, no hay mantel y las servilletas son de buen papel, este aspecto creo podría mejorar.