Tras encomendar la tarea de organizar una comida para cuatro a un amigo,nos citó en este aparentemente "megaburguer" provisto de una gran terraza exterior, dos barbacoas y barra para su suministro, suelo cubierto de arena de albero, con cubos llenos de cacahuetes para coger cuando quieras...en definitiva al más puro estilo de rancho americano.

Ya en el interior,todo en maderas buscando y consiguiendo ese aire de rusticidad y autenticidad tomamos unas cervezas en la barra haciendo tiempo a que llegáramos todos. Una vez que ésto se produjo nos acomodamos en una mesa redonda situada en una de las esquinas, mientras observábamos la gran concurrencia de público que llegaba y se iba anotando en una lista de espera (Hay días de fines de semana que se han llegado a servir 600 cubiertos)

En la mesa con una breve espera:

Empezamos con un huevo frito de corral con trufa siempre diremos que lo sencillo es extremadamente complejo, huevo de yema alta e intenso color, frito en un buen aceite y emplatado en una sartén pequeñita que no hubiera necesitado ser fregada, de como se quedaron. Delicioso.
Continuamos con una fuente de carne…que tenía aspecto de auténtico buey y lo era.
Fileteada en trozos de tamaño medio y de cierto grosor previamente marcados, con unas pequeñas planchas para terminar de hacerlo al gusto, nos encontramos con una carne como hacía muchos años que no habíamos probado( A pesar de ir a establecimientos donde también se certifica su procedencia de bueyes auténticos). Era un solomillo entero a compartir entre cuatro personas, con la textura y maceración perfectas, la infiltración de la grasa en su punto, sabor marcadamente mineral con trazas dulces. En esas condiciones nos hubiéramos comido otra bandeja por pura gula. Un sabor inolvidable.
En el transcurso de la comida se nos fue dando las pistas para llegar a probar semejante manjar. El propietario del establecimiento (cuyo nombre es el sol en la cultura azteca) adquiere al año unos 50 bueyes que tiene en una finca no muy lejos del restaurante. Éstos son utilizados para consumo interno (en una procesadora de carne, también de su propiedad), salvo las partes más nobles del animal que las vende en ocasiones determinadas y siempre previa reserva de algún cliente o amigo (como era el caso).

Para la ocasión y a instancias del dueño nos propuso dos botellas de Habla nº 10 sacadas de un armario climatizador y servidas en unas buenas copas (Nunca te esperarías encontrarlas en este tipo de establecimientos).
No tienen una carta de vinos al uso, simplemente sugerencias que te van ofreciendo depende de los días y por lo que llegué a entender , si poseen inquietudes en ese sentido.
Terminamos con dos postres (brownie con bola de helado de vainilla) y cuatro cortados de buena calidad.

A destacar el precio final, 140€ todo.

Con todas estas premisas, volveremos a probar alguna hamburguesa de su carta de orientación tex-mex y sobre todo esperando a que vuelva a surgir la oportunidad para llegar de nuevo a su joya de la corona.