El San Fermín es un restaurante muy tradicional, de los de comida navarra “casera” de toda la vida sin grandes complicaciones culinarias. Así que todo el secreto está en que consigan buenos productos, los cocinen con eficacia (conforme a recetas de siempre) y te atiendan bien, lo que suele estar asegurado. Esta es nuestra tercera visita, siempre en grupo. Compartimos varios entrantes y es justo decir que la camarera nos orientó con honestidad, descartando alguna de nuestras propuestas iniciales, y acertó: un estupendo revuelto de hongos, unos espárragos naturales templados, unos fritos de los de antes y un arroz con almejas francamente rico. Los segundos anduvieron un poco por debajo de nivel de los entrantes: solomillo al queso idiazábal, gorrín asado y, lo más flojo, merluza asada con patatas panadera. Alguno de los del grupo se zampó unas chuletitas de cordero y a juzgar por cómo quedó el plato estaban buenas. De postre tarta de hojaldre (exquisita). Vino: crianza de Ochoa. La carta de vinos es corta con unas pocas referencias navarras a buen precio. El precio comedido. Un sitio muy clásico en pleno Casco Viejo para cenar a gusto en el cogollito de Pamplona.