Huyendo de la bulliciosa ribera del Duero de Oporto, cruzamos el puente Luís I y nos dirigimos a Vila Nova de Gaia. El lugar es fantástico, el río, sus puentes, las dos ciudades, un ir y venir de gente, malabaristas, vendedores ambulantes, músicos...

El caso es que no teníamos claro donde cenar. El primer sitio que nos encontramos fue un pequeño restaurante supermoderno, con muchos cristales mirando al río, con su terraza, buena pinta, preguntamos y estaba lleno.

Seguimos caminando, y un poco mas adelante está una plazoleta que es un encanto, presidida por la bodega Sandeman (me acordé de kopicki y su avatar). Habían mesas libres, nos sentamos y al llegar la carta.... platos combinados y bocadillos. Salimos disparados.

Dicen que a la tercera va la vencida y así fue. En la misma plaza, está el edificio Porto Cruz, un edificio de 3 plantas + terraza dedicadas cada una a una actividad diferente. A la entrada hay unas fotos que enganchan, así que entramos, preguntamos a la recepcionista y "voila", había mesa. Subimos con un ascensor panorámico empotrado entre paredes de hormigón (no lo entendíamos, para qué hacen el ascensor de cristal si solo ves hormigón).

Al salir del ascensor nos quedamos estupefactos, que restaurante mas bonito, que bien decorado, iluminación tenue pero colocada milimetricamente para alumbrar lo necesario nada mas, esculturas, perfecta insonorización, mobiliario de diseño nórdico, colores... El lugar perfecto para disfrutar de una muy buena velada.

Nos sentamos, yo pido agua, mi chica cerveza, nos traen la carta y ¡¡¡DECEPCION!!!

¿Como un restaurante tan bonito puede tener una carta de chiringuito playero? Evidentemente la vajilla no lo era, pero bueno, el sitio bien valía la pena, así que visto lo visto, nos decidimos a cenar algo rápido y subir a la terraza a tomar algo después.

Mejillones con vinagreta.- Pues eso, mejillones de buen tamaño y sabor cubiertos de cebolla con una vinagreta, correctos.

Mayonesa de camarón con huevo.- Mayonesa había, sin exagerar creo que mas de medio kilo, alguna gamba perdida y dos trozos de huevo duro, tal cual, no coment.

Bacalao a bras.- Completamente insípido, bacalao y huevo, sin aceitunas, ni perejil, ni patata.

Yo me pedí una copa de vino blanco Dalva reserva correcto, pero la copa hasta arriba.

Visto lo visto no pedimos postre.

Abonamos la cuenta y subimos con el ascensor a la terraza. Entonces entendimos el porqué estaba acristalado. Nada mas llegar los ojos a mil, las vistas... uffff, que vistas de Oporto, decoración tipo chill out con mucha clase, una barra (justita de bebidas) y para pasarse una semana entera bebiendo y mirando. Un lujo.

No nos arrepentimos de nada, lamentamos que la comida no estuviera a la altura, pero el sitio bien vale la pena. En la web hay imágenes del edificio, vale la pena verlas.

Disculpar el tostón, pero me he puesto y estoy que me salgo.