Restaurante clásico de Vinaròs cerca del paseo marítimo y del puerto. Aunque no se encuentra justo frente al mar, su ubicación tranquila en una calle peatonal y la brisa que corre en su terraza en las noches de verano lo hacen muy agradable para cenar al aire libre.
En su carta, aunque algunos platos tienen un toque de modernidad, predominan los platos tradicionales (atención a sus carnes a la piedra) y la tapas clásicas con raciones abundantes, con buena variedad de tapeo de pescado de la zona.
El servicio es atento y amable (quizás incluso en algunos casos con excesiva familiaridad) y el ritmo de los platos adecuado.
La última vez que estuvimos decidimos cenar de tapeo. Para tres personas pedimos media docena de langostinos de Vinaròs a la plancha (muy sabrosos), bandeja de pescadito frito (variado, buen punto de fritura y en cantidad suficiente), chipirones rebozados (buenos y no demasiado pesados), patatas bravas (de las mejores del pueblo, dentro de lo que es esta tapa) y plato de pan tostado con tomate y aceite. De postre, un coulant con chocolate caliente y helado de vainilla. Para beber en total cinco cervezas. El precio total 51 euros y salimos satisfechos tanto de la cantidad como de la calidad de lo que comimos.
En definitiva, restaurante que en su tipo de cocina y categoría ofrece una buena materia prima, un buen servicio y a un precio razonable.