Una opción en la sierra "pobre" de Madrid

Como dice con buen criterio Fermor, "discreto -y- tranquilo". Mi valoración va a ser algo más generosa, ya que fuimos magníficamente atendidos por Ignacio, llegando mucho más tarde de lo acordado con él sobre el cierre de cocina, lo que es de agradecer cuando te has metido entre pecho y espalda más de 100 kms., los últimos por carretera "de alta montaña" y el coche oliendo a goma quemada que era un primor ya que nos podían cerrar... hasta el pueblo (un entorno digno de merecer una visita ya que es un núcleo pequeñito pero muy cuidado y con casas muy bonitas). El restaurante forma parte de un proyecto hostelero más ambicioso, ya que también dispone de alojamiento rural, y el restaurante es rústico, con una luz tamizada que lo hace especialmente entrañable. Coristalería, vajilla y cubertería en perfecto orden de revista, incluso con detalles en la presentación de servilletas o con salvaplatos muy espectaculares de cristal decorado. La carta ofrece dos posibilidades, comer a la ídem o un menú de tres platos a elegir (22 €) que no recuerdo si incluía la copa de vino de Madrid que tomé (correcto pero quizás mejor con algún grado menos) copa que en la cuenta no figura. Mi acompañante se decantó (no creo que sea mejor opción pero para gustos los colores) por elegir de la carta unas cebollas rellenas -dos- (probé una y a mí personalmente la herbácea me gusta más tierna -o menos entera- cuando está guisada) -10 €-; un entrecot "de la zona" que espérabamos otra cosa, más un corte de lomo bajo con su grasa, que un filete algo crecido de grosor, y duro en exceso, quizás por el óbito reciente del animalico portador. -18 €- servido con una guarnición interesante de patatas con cierto estilo centroeuropeo (¿mantequilla?). Se termina la comida de mi acompañante con un sorbete de limón muy apetecible, servido ya en las mesas de la calle, aprovechando los magníficos 19º con sol que hacía. Mi menú empezó con el potaje de garbanzos, brotes de espinacas y mejillones en escabeche, plato fresco y muy conseguido en la armonía de sabores tan dispares; continué con un jabalí guisado con guarnición de macarrones y virutas de parmesano -muy suave- que mezclé con la carne consiguiendo un plato, a la par que abundante, sabroso. Rematé con la tarta tatin, de las mejores que he probado, con helado de vainilla, que para mí es un complemento que califico de discutible, pero no es plan de ponerse aquí a discernir sobre esta cuestión. Café de Nesspresso ristreto muy bueno y un chupito de licor, con sus guindas, que es una maravilla (ganas de repetir quedan, pero la prudencia aconseja no tentar ni la suerte ni el equilibrio). En suma un descubrimiento que añadir a un pueblo con no más de setenta habitantes censados según su padrón (con Ayuntamiento, faltaría más, con un impresionante bosque de robles albares y melojos de gran tamaño, algo que no es habitual ver en la Sierra Norte, en este caso en el entorno de la Sierra del Rincón, a unos 1.300 sobre el nivel del mar, en definitiva un lugar para perderse, y en el que a pesar de su escasa población, hay al menos éste y otro restaurante de cierto nivel, amén otras opciones igualmente interesantes dentro del capítulo del avituallamiento)

  1. #1

    Lorden

    Yo estuve hace más o menos un año en Ad Libitum y también me encantó. Al igual que éste tiene unos menús la mar de apañados los fines de semana. ¿Sigue abierto? Por cierto, el año pasado había rutas guiadas gratis que partían del Ayuntamiento. Nosotros hicimos la "ruta de los oficios" visitando una carbonera, unas colmenas, el molino del pueblo... un paseíto muy asequible (unos 3 Km.) por las afueras del pueblo.

  2. #2

    Micky Mouse

    en respuesta a Lorden
    Ver mensaje de Lorden

    Todo lo que cuentas sigue en orden, y Ad Libitum también (quizás éste es una opción mejor por su terraza y cocina, pero los horarios, al menos sobre el papel, son más alemanes y aquí de momento y mientras se pueda hay que comer cuando se pueda, no cuando el restaurante quiera). El menú de Casa Aldaba (donde ya te advierten que calidad y cantidad de los platos es la misma que la carta) es una opción más que buena, a precios no de pueblo perdido, sino de sitio civilizado y en cierto modo turístico, pero todavía interesantes.

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