El local en sí resulta muy atrayente y teníamos ganas de probar hace tiempo. Las expectativas en cuanto al espacio en sí se cumplieron: local muy que pero que muy elegante, diseño más tirando al minimalismo pero con ciertos toques “coloniales” que lo hacen acogedor: esos espejos con enormes marcos trabajados, las plantas en el centro de las mesas, las sillas de gran tamaño… Iluminación perfecta (me encantó), mesas redondas en muchos casos, buena mantelería, música ambiente acertadísima, vajilla (toda blanca), cubertería de nivel… Todo acompaña a la perfección para el disfrute de los ágapes.

Disponen de dos menús, ambos compuestos por tres platos (primero, segundo y postre), el uno a 24,00 €/pax y el otro a 33,00. Lógicamente, a igual número de degustaciones, elegimos el primero. Se supone que el producto en la segunda opción será más selecto, pero, como veníamos a conocer la propuesta de cocina de este restaurante, nos sobraba con el primer menú. También se puede pedir a la carta. Inspiración francesa por los cuatro costados desde el primer detalle del pan con mantequilla, la carta de vinos, o las elaboraciones con salsas. El aperitivo “cortesía” de la casa consiste en un pequeño chupito de crema de brócoli y salmón ahumado: rico, minúsculo.

- De primero he tomado hojaldre con hígados de pollo. Pues poco más que contar: lo que ustedes leen. Una porción rectangular de hojaldre demasiado fina (no aguantaba la cobertura de los hígados), una especie de pisto de tomate y cebolla y los higaditos. Se completa el plato con unos brotes verdes. La otra opción que salió a la mesa, ensalada de brotes tiernos con cebolla roja, también muy simple, tal como su nombre indica.

- De segundo hemos coincidido en la elección: pescado del día, bonito, en este caso. Tres “rodajas” de tamaño medio del túnido en cuestión con un punto excelente y frescura notable. Se acompaña con una guarnición de patatitas, espárragos y un timbalete de una especie de puré de tomate muy curioso, con un punto dulzón. El pescado en sí, aunque con punto acertado como he dicho, resulta seco. Lo arreglamos con un buen aceite de oliva virgen. Plato de producto, sin elaboración alguna. Rico.

- De postre hemos elegido ambas opciones y las hemos compartido: queso de cabra marinado (tres porciones, una tal cual, otra con pimentón rojo y otra con pimienta negra molida) y carpacho de piña con helado de vainilla.

La carta de vinos tiene un número suficiente de referencias. Se ofrecen cavas, champagnes, blancos, tintos y rosados de varias DO españolas y algunas propuestas francesas. Los precios un poco altos respecto a precio de venta en tienda y otros restaurantes. Copas excesivamente pequeñas. Es un detalle importante. ¿Bonitas? Sí, pero no las más adecuadas para los buenos vinos que tienen en la carta. Hemos pedido Valtravieso Roble de Ribera del Duero. Nos ha gustado mucho y ha acompañado muy bien la cena.

El servicio por parte de la única persona en sala ha sido correcto, muy educado… Para el precio téngase en cuenta que hemos tomado también agua y cafés.