Veo que el único comentario que hay, de momento, de la Soqueta, es de hace 6 años, y se valoraba lo poco caro que era en relación a su calidad. Estuve hace un par de días, y mi experiencia dista bastante de esa opinión.
Nos encontramos con el restaurante casi de casualidad, buscando con el coche un sitio para cenar, y la verdad es que su estética llama la atención desde la misma carretera. Así que aparcamos y nos acercamos a pegarle un vistazo a la carta, perfectamente expuesta a la entrada, como debe ser. Dos parejas más están examinando la carta cuando llegamos, y ambas optan por buscar otro sitio a la vista de los precios. Nosotros hacemos lo mismo, pero después de dar un par de vueltas por los alrededores sin encontrar nada interesante, nos decidimos por volver a la Soqueta. El restaurante tiene una terraza envidiable, fantásticamente decorada e iluminada, aunque el interior parece una cafetería, con una barra de bar presidida por una gran tele y donde se sigue un partido de futbol.
La atención del numeroso equipo de camareros es correcta, pero un tanto desganada y apática, como si estuvieran a disgusto por tener que trabajar.
Prescindimos de algunas propuestas excesivamente elevadas para nuestro presupuesto(ensalada de bogavante, 40 €) y optamos por unos Calamares a la Romana (14 €, muy flojos), pescaditos fritos (12 €, más que flojos), una diminuta empanadilla de gamba (5 euros, muy buena), y unos chipirones con habitas (18 €, lo mejor de la cena). De postre, tarta fina de manzana (8 €, recomendable) Para beber, dos copas de verdejo (5 €) bien servidas. Cafés y copa de orujo. Total de la factura, 80 euros.
Me fui con la impresión de que el restaurante promete más de lo que da, o que esa noche la cocina no estuvo a la altura del local (al menos de la terraza). Los 80 € me parecerían un precio razonable en un buen restaurante que trate bien las materias priamas. En este, y a tenor de los pescaditos y los calamares que nos sirvieron, 80 euros es un precio desmesurado para lo que cenamos.