Ambarino claro, brillante.
Nariz brutalmente intensa, tremendamente ahumada, casi parece una barbacoa. Notas de roble, yodo, algas y turba. Aparecen igualmente los recuerdos especiados y herbáceos, pero todo queda dominado por al humo y la turba. El alcohol apenas se deja notar.
En boca es igualmente poderoso, personal y sobre todo radical, es el estilo Islay en sus más marcados límites, ya que las pequeñas barricas le han otorgado más el carácter de la madera. Largo y persistente, un malta de tragos pequeños y solo para verdaderos amantes de este estilo.
Un whisky racial, radical, para amantes de las emociones fuertes, que puede que no guste a más de un bebedor de su 10 años pues no tiene nada que ver. Uno de los más ahumados con los que nos hemos topado. Pero vaya, nos gusta, somos así de masoquistas. Unos 30 euros, nada caro para su nivel.
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