Cierto lo de la vajilla, cierto.
Psicológico... permíteme que te lleve la contraria, pues en mi caso no lo es. Me costó el tema del sabor tan especial que he descrito con ese sinfín de adjetivos (telúrico, primitivo, salvaje, férrico, sanguíneo, profundo, visceral, canibalesco) y la textura indescriptible de la salsa, entre cremosa, babosa, mucosa... Cuesta, cuesta, aunque te digan que es pollo. Bueno, o mejor ternera XXXD