Ciertamente es una buena opción para pasar alguna noche para los que quieren recorrer las diversas rutas del Cidacos (huella de icnitas, hacer senderismo incluyendo las hoyas donde bañarse al aire libre con aguas termales u observar rapaces). Forma parte de Rusticae (para mí, siempre una garantía). De obsequio, un par de tabletas de chocolate Lindt 70%.
Perfecto el enclave: Frente a la Iglesia del pueblo y con vistas a la montaña, donde al levantarte puedes ver perfectamente el vuelo de rapaces (nuestra habitación podría ser perfectamente un observatorio de aves). En cualquier caso, plaza tranquila.
Solo 5 hab. dobles y 2 especiales (la nuestra, la 103, muy amplia, acogedora y luminosa por las dos ventanas que tiene y por tener paredes y techo blancos blancos; incluye una cama supletoria de forja y que no es de quita y pon). No contiene lujos (ni los echamos en falta) aunque no falta TV y teléfono. Baño completo, con jaboncillos, etc.
Detrás del hotel tienen una acogedora terraza donde tomar una copa. Lástima que el tiempo no lo permitió.
El desayuno está incluido. Aunque la guía Rusticae habla de desayunos copiosos, son solo justos aunque bien presentados y con productos de la zona y caseros. Incluye zumo de naranja natural, café o infusiones, bollería o un estupendo bizcocho casero y tostadas con mermeladas de Arnedillo (rica la de naranja amarga con orujo). El primer día pusieron algo de jamón york y queso (mediocre) y el segundo nos sorprendieron con una soberbia tortilla francesa con queso y perejil para los 3.
Si volviéramos, repetiríamos sin duda.