Se trata del palacio que construyó un obispo natural de Brias en el siglo XVII. Ha sido reconstruido desde casi la ruina, por sus actuales propietarios. Presenta el aspecto que originalmente debía tener, pero con las comodidades propias de la época. Desde luego no hay televisión, no procede.
Tiene solo cinco habitaciones, cada una con un diseño peculiar, desde una habitación doble de carácter sencillo, hasta una con hidromasaje y otra con chimenea en la alcoba. Todas bastante ámplias.
Las cenas se hacen a una hora fija, las 21,30, todos los huépedes que la han reservado, juntos en la misma mesa con los dueños, que ejercen de anfitriones. Los desayunos son en la misma mesa, pero en horario flexible, de 9 a 11 de la mañana. Es muy agradable la situación.
Tanto las cenas como los desayunos son de elaboración casera, con productos artesanales en algunos casos, elaborados en la propia posada. Como la mermelada, el pan, algunas verduras, escabeches y patés.
Los precios de las habitaciones son variados, dependiendo de la elegida, van desde 67 a 100 euros. Las cenas cuestan 35 euros por persona y el desayuno 8 euros. No te lo puedes acabar todo. El IVA no está incluído.