A diferencia de otros productos similares, en estos se aprecia y se siente el
valor natural del botánico añadido. Se muestra sin artificios o maquillajes,
no son la nota dominante, sino la complementaria, impulsan y en ocasiones
elevan el sabor propio del alimento al que se lo añadimos.
El de romero es sorprendente con las carnes rojas; nuestro filete o chuleta
elaborado en la sartén se transforma en un majestuoso plato cocinado en
la brasa, con las notas ahumadas y frescas del campo, donde el romero no
domina, se insinúa.
Otra opción curiosa y muy agradable es la de sazonar nuestro pescado azul
con unas gotas, por ejemplo la caballa y el atún. Con el bacalao resulta una
curiosa combinación de texturas y aromas.