Botella comprada en Bruselas a un particular que liquidaba su bodega. El corcho ha cumplido bien con su labor pese a la debilidad que muestra. Veinticuatro años no pasan en balde...
Capa baja de color ladrillo y ribete anaranjado. Algo apagado, con depósitos en la base de la botella. No me disgusta en absoluto; en general me encanta la presencia en copa de los vinos añejos.
Nariz intensa, armónica y equilibrada, con capas de fruta roja, tierra mojada, hojarasca y setas. Remite a un bosque otoñal. Ligeras notas de carne nada más abrirlo.
En boca me ha sorprendido muy gratamente, sobre todo al inicio. Bastante fruta roja con buena acidez, taninos perfectamente integrados, complejo en el paso ratificando lo que ha presentado en nariz. Al cabo de una hora la fruta da paso a sensaciones más vinosas, y luego a toffee y cacao.
Final bastante largo.
La verdad es que esperaba encontrarme con un vino casi muerto y me he llevado una gran sorpresa. Al precio que lo compré (35 €), un auténtico chollo por las sensaciones que regala.
En el mismo lote compré seis vinos de los 80-90... Además de esta, dos Montus, dos Hermitage, y un Vosne Romanée. Tenía la impresión de que este podía ser el peor de los seis. Ahora se me hace la boca agua pensando en sus compañeros...
Está claro que en esto del vino la paciencia (propia o ajena) a veces se premia... ¡Aunque otras veces se pague (en euros o sensaciones)!