Amarillo dorado viejo con destellos cobrizos. Maravillosa madurez frutal en nariz, de una maravillosa intensidad, con aromas deliciosos de albaricoques y orejones confitados, recuerdos de Brotytis, similares a los champiñones crudos, amielados, con un fondo mineral. Con la aireación va increccento, apareciendo aromas de manzanas al horno y fruta blanca en almíbar. Nariz de recuerdos a dulzor, pero que se contrarresta por la sequedad de la boca, vivísimo, intenso e incluso mordaz, con una textura densa, pero equilibrada. La acidez sigue persistiendo incorruptible, edificante y vigorosa. Retronasal con golpe de Brotytis, maduros y con alguna sensación de cera. Final largísimo, persistente y agradable. Un vino eterno. Esta es la segunda botella que pruebo de este vino y me viene a confirmar todas las buenas sensaciones de la primera.
Gracias amigo Víctor por la recomendación y las gestiones para adquirirlo. Lo tomamos para celebrar el aniversario de boda y seguimos impactados. ¿Cómo un vino de 44 años puede mantenerse en plena forma con esa altanería? Decantado y bebido durante dos horas. Color ambarino muy glicérico y con una sensación de gran peso, conteniendo algo de precipitado en el fondo de la botella. Inicialmente en nariz parece un Tokaji con sus amielados, notas a botrytis, champiñones … pero siempre lleno de mineralidad. Luego los amielados van evolucionando hacia las frutas de hueso (albaricoques) y unos toques a regaliz que sólo he detectado en el Clos de la Coulée de Serrant. En boca es seco aunque siguen apareciendo los amielados. Dotado de una gran estructura y lleno de vinosidad, se equilibra muy bien gracias a una estupenda acidez y a un retronasal largo y algo amargoso, en el cual vuelven las notas arregalizadas y esos minerales que dejan sentir el terruño. Nos ha encantado, seguimos enganchados a los Chenin Blanc Secos del Loira. Durará mucho más
Ambarino suave con ribete dorado.
Aromas de gran intesidad y complejidad: flores -acacias, flor de almendro-, flores secas, notas de fruta carnosa de hueso madura -albaricoque, melocotón-, fruta de otoño -orejones-, miel y tonos parafinados.
En boca es seco, sabroso, muy intenso, con una acidez magnífica que se expande por el vino de principio a fin. Tonos mielosos, de melocotón, y un potente apunte mineral -hierro. Sedoso, pero firme y un punto punzante. Larguísimo recorrido y persistencia larga y compleja. De cómo los grandes Chenin no envejecen, sino que evolucionan y se transforman.
De color amarillo con reflejos dorados, brillante y cierta densidad.
En nariz, es muy complejo y profundo. Dando incialmente notas a parafinados, hidrocarburos, pasa toques florales (flores blancas y amarillas) de muy buena calidad y de amielados, se aprecian también toques de fruta amarilla madura, y sensaciones minerales-ferrosas.
En boca, tiene mucho peso y buen recorrido, recordando la fruta y un toque ferroso, que acaba con un punto amargo y una curiosa ligera sensación punzante en el final del recorrido. La acidez es muy buena y la persistencia excelente, muy muy largo, dejando sensación frutal, y un toque amargo envolvente que se hace interminable, acabando en cierta sensación de frutos secos. Da la sensación de estar en plena forma aún. Excelente.
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