Bobal de viñas viejas de más de 70 años de dos parcelas concretas. Se presenta con un color rojo cereza, brillante, transmite viveza. Nariz atractiva y compleja, con notas de fruta roja en su punto de maduración, tostados, cafés y vainilla. Paso en boca sabroso, es un vino amplio y equilibrado. No es ni denso ni liviano, es elegante. Me encanta la idea de que Coviñas haya emprendido esta senda buscando la excelencia al lanzar un vino premium, y espero que se marquen objetivos más ambiciosos. Para finalizar enhorabuena.
Al inicio en la copa tenemos unos aromas un tanto cremosos, como a mantequilla, junto a los de la fina y especiada crianza, que van cediendo espacio poco a poco y el conjunto se limpia y se refresca. Sale la variedad con frutas negras y rojas bien maduras, fondo terroso, que de nuevo entronca con las especias, sobre todo la vainilla, algo de pimientas,y un omnipresente toffee.
En la boca de entrada es amable, con los tostados en primer plano, es crema, es café, una moka. La fruta se siente fresca, expresiva y ligera, tiene estructura, ese tanino tan de Bobal, con fondo, no se va con sencillez, perdura y se agarra, aunque al final resbala entre la acidez jugosa y las cremosas sensaciones del tostado, que quizás ahora mandan. Es solo cuestión de saber esperar.
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