Restaurante Ca Joan en Altea
Restaurante Ca Joan
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Precio desde:
32,33 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
63 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.0
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.3
Comida COMIDA
9.3
Precio medio entorno ENTORNO
7.5
RCP CALIDAD-PRECIO
7.9
Mauro
Sorbete
Buey gallego
Albondigas en salsa moscatel
Salmorejo
Opiniones de Ca Joan
OPINIONES
15

Joan Abril

Con tan sólo 27 años, allá por el año 2008, Joan Abril decidió desmarcarse de los negocios hosteleros familiares para iniciar el suyo propio.

Quiso procurarse una ventaja competitiva diferenciadora del resto de su competencia directa. Los restaurantes de la costa levantina, como es lógico, ofrecen propuestas basadas principalmente en la gastronomía mediterránea: arroces, mariscos, pescados…

En cambio el punto fuerte de Ca Joan es la carne y además no cualquier carne, la de buey. Los leoneses asentados en Mercamadrid, Cárnicas Lyo son su proveedor de referencia. Carnes de alta calidad que él compra conociendo su origen, edad del animal, tiempo de engorde, etc. Y no sólo eso, a partir de ahí, las madura y sólo cuando llegan a su punto óptimo las ofrece en su restaurante, no vende para otros. No se dedica sólo a comprar y a vender, compra la carne para transformarla de un producto notable a un alimento excelso y único. Además siempre producto nacional, hasta la encina que utiliza para asarlo es de origen español.

Ca Joan es un restaurante basado en su excelso y exclusivo producto y el buen trato del mismo, ni más ni menos. Con estas premisas ha conseguido ser el mejor asador del mediterráneo y un referente en España.

El buey como protagonista

Son muy pocos los restaurantes que en España pueden presumir de ofrecer auténtica carne de buey de manera regular: El Capricho, El Riscal y muy pocos más.

Bueyes hay muy pocos, cada vez menos por lo que en cuanto a la oferta de buey se refiere existe mucho fraude en el mercado. Joan nos dio un par de pistas sencillas para saber si estamos ante una auténtica chuleta de buey. En primer lugar la dimensión de la chuleta, cuando un animal llega a alcanzar un peso de 1200 kilos no puede tener una chuleta pequeña. Y en segundo lugar el precio, el kilo de buey auténtico en una carnicería difícilmente puede bajar de los 80 euros.

Largas maduraciones

La obsesión de Ca Joan se centra en las largas maduraciones, en estirar y alargar hasta el máximo posible la maduración de la carne. Me atrevo a decir que ésta es una práctica que lo diferencia de otros establecimientos, incluso de entre los otros asadores de prestigio.

La maduración se hace en cámaras de frío con temperaturas cercanas a los 0ºC y una humedad entre el 70 y 80%. Con este proceso se consigue una merma de la grasa, ya sólo en la primera semana se alcanza un 30% de merma y a la vez cierta infiltración de la misma en la masa cárnica. Con la maduración también se consiguen romper las fibras musculares ganando en terneza la carne. Y, por supuesto se incrementa el sabor, al alimentarse las masas cárnicas de las masas grasas. El factor tiempo como técnica culinaria.

Su maduración récord hasta el momento reside en un buey que se sacrificó en Betanzos al que Joan sometió a dos años y medio de maduración.

La Parrilla

Sólo leña de encina nacional para alimentar la parrilla. Utiliza doble parrilla, en la superior atempera la carne no menos de 20 minutos, dependiendo de su grosor, para conseguir quitarle el frío interior. Posteriormente colma la pieza de sal gruesa creándole una pequeña costra para asarla con brasas muy potentes durante poco tiempo. Consiguiendo así un sellado fuerte, quedando la carne muy jugosa y favoreciendo una mayor concentración del sabor.

Después tan sólo queda trinchar y presentar.

Restauranteros Levantinos

Visitamos Ca Joan la sección levantina de Los Restauranteros, con la única y pobre excusa de estrenar la pequeña reforma que había sufrido el local recientemente. Y la verdadera razón de disfrutar de la compañía de personas a las que cada día aprecias más y con las que compartes pasión gastronómica alrededor de una buena mesa. Para ninguno de nosotros era la primera vez en Ca Joan, por lo que ya sabíamos a lo que íbamos.

Nuestro Menú

Aperitivo de cortesía consistente en unas pequeñas cocas de morcilla. Las cocas son una de esas elaboraciones icónicas de La Marina. Consiste en una torta horneada elaborada con masa de harina de trigo que se acompaña con cualquier vianda imaginable, verduras, salazones, embutidos… En este caso rica y nada aceitosa, por lo que a pesar del contundente acompañante resultaba ligera.

 
Pulpo a la brasa. La proximidad al mar de Ca Joan hace posible que su oferta en pescados y mariscos también sea destacable. De hecho, una de sus especialidades es el pulpo a la brasa. Sutilmente aderezado con aceite y perejil. Resulta sabroso, tierno a pesar de someterlo a la parrilla y con el delicioso toque ahumado que le otorgan las brasas. Excelente recomendación de la casa.

 
Albóndigas de buey con salsa de moscatel. Sabrosas con un acertado toque especiado y fondo dulzón de la salsa. Me resultaron un tanto prietas, una mayor esponjosidad sería deseable. En cualquier caso, una buena forma de utilizar las faldas del animal dándole un toque mediterráneo.

 
Mollejas de Ternera a la brasa. Las mollejas requieren limpieza y frescura, como es el caso. Se presentan bastante desgrasadas, muy finas con un punto de braseado perfecto que le otorga un toque crujiente. Una delicia de sabor exquisito.

 
Chuleta de Vaca Gallega de trabajo (60.50 €/kg) de kilo y medio de peso en este caso y 291 días de maduración. Y llega el primer pase carnívoro en sentido estricto. El “leitmotiv” que te debe llevar a este restaurante. Humea, tan pronto entra en el comedor el aroma se aprecia de lejos.

Grasa infiltrada en la parte magra tal y como se aprecia en la foto de las chuletas en crudo. Se presenta trinchada y con un buen punto de brasa y de temperatura, costra tostada exterior e interior tremendamente jugoso. Tierna e intensa de sabor, al sabor férrico propio de la carne se le unen las notas lácteas procedentes de su larga maduración con un fondo ahumado de las brasas.

 
Chuleta de Buey Gallego (93.50 €/kg) de casi dos kilos de peso. Larga maduración, desde noviembre de 2016 en cámara.

Pieza mayor que la anterior a la que se le pueden sumar todos los atributos apreciados en la chuleta de vaca pero corregidos y aumentados. Al igual que la chuleta de vaca, también presenta gran cantidad de grasa infiltrada en la parte del músculo. El sabor es más intenso pero curiosamente el resultado es más elegante. Tiene una textura más delicada y fina. Un espectáculo de carne y un lujo que no sabemos cuántos años más será posible degustar.

Acompañan la carne de unas estupendas patatas fritas con pimientos verdes y ajos secos fritos.

 
Todavía tuvimos un hueco para tomar postres. La mayoría se decantó por una tarta de queso horneada con buena pinta. Una torrija de buena factura y una Tatín de manzana que parece ser es una de las especialidades dulces de la casa.

Para beber unas cervezas iniciales mientras elegíamos la comanda. Al ser un menú eminentemente cárnico, nos decidimos por tintos con cierta corpulencia, una de Aalto 2015 y una de San Román 2013. Recargo moderado en el precio de los vinos y oferta basada en los tintos fundamentalmente como armonía lógica a su oferta carnívora.

En el mediterráneo tenemos poca cultura de la carne, por aquí no abundan los asadores o braserías pero lo poco que tenemos es de primer nivel.

Después de la comida hicimos un tour por la cocina, parrilla y cámaras de maduración finales.

Post completo ilustrado con fotos en: https://www.vinowine.es/restaurantes/ca-joan-en-altea-paraiso-carnivoro.html#comment-7483

 

Una de las últimas cosas que me hubiera imaginado nunca, es que en pleno festival carnívoro me acordara de Ramón, mi profesión de filosofía del instituto y de sus clases sobre Platón, pero al parecer los designios de las conexiones neuronales son inescrutables. Hace un par de meses estaba leyendo algunas crónicas y me topé con el comentario de cierto veremero vasco que afirmaba haber comido el buey de su vida en Altea, tras haber peregrinado por media península. Tal y como le dije a él en su momento, “si un vasco dice que el mejor buey está en Altea, no se hable más”, así que procedí a anotar Ca Joan en mi lista de urgencias históricas y cuando a finales de verano surge la posibilidad de un fin de semana alicantino, lo primero que pensé fue “esta es la señal que estaba esperando”.

Reserva telefónica con unos días de antelación anunciando el motivo de la visita, porque aunque me aseguraron que el buey siempre está disponible, ya lo dice el refrán: “jansolo precavido vale por dos”. Como ritual de preparación ante los grandes eventos, comienzo el día con un desayuno ligero y me salto el sagrado almuerzo, de modo que todos mis ácidos estomacales estén en perfecto estado de revista. Cabe destacar que el local dispone de parking propio, lo cual se agradece mucho en esas fechas, especialmente si vienes de fuera como era nuestro caso. Como llegamos los primeros pudimos estudiar la carta con toda la parsimonia del mundo para decidir el entrante y el vino, puesto que lo demás ya estaba adjudicado. Dispuestos a morir por ingesta de buey, lo mismo daba morir por un poco más, así que decidimos empezar con las albóndigas del mismo animal en salsa moscatel e ir aclimatando el paladar a ese sabor vacuno. Al ver la carta de vinos me llevé una leve decepción puesto que me pareció bastante clásica y con escasa presencia de diferentes D.O, divisando multitud de Riojas y Riberas, un par de Toros, otro par de Vinos de la Tierra de Castilla y los restantes 7 u 8 vinos se enmarcaban en el epígrafe genérico “vinos del Mediterráneo”. No recuerdo especialmente ni los blancos, ni los espumosos porque iba con el piloto automático hacia el tinto. Pregunté si tenían algún Priorat o Bierzo pero, como no fue el caso, tuve que “conformarme” con un Mauro 2014 a un precio que me pareció muy bueno, 32€. Estuvo bien, sobre todo hacia el final de la comida, es un vino potente que acompañó bien a la carne, pero definitivamente no es mi tipo.

Un momento después de realizar la comanda, llega a nuestro pequeño comedor interior una mesa con los 13 integrantes de una despedida de soltero dispuestos a arrasar. “Ostia que mal pinta esto”. Como era de esperar, el nivel acústico de nuestros vecinos fue “in crescendo” y solo un par de minutos después llega una mesa familiar que, al ver el percal, no accede ni siquiera a sentarse y piden que les cambien de comedor. Pensamos –erróneamente- que quizá en unos minutos la cosa se relajaría un poco pero, para cuando los de la despedida no tienen todavía ni olivas en la mesa, acaban de decantar la segunda botella magnum y el nivel sonoro ya es insoportable. “mecaguenlaost***, para una vez que vengo hay una despedida y encima a mediodía, tócate los coj***” . Aguantamos estoicamente unos minutos hasta que volvimos a ver al camarero que traía las albóndigas y simplemente le suplicamos que nos cambiara a otra mesa “donde sea”. El camarero accede y nos comenta que “solo me queda una pero...” “mientras no esté aquí nos parece perfecta”. Jamás una mesa de apoyo al servicio me pareció tan perfecta. A pesar de sufrir 10 minutos impropios de un local de estas características, confieso que en el fondo me produjeron la más sana de las envidias, pues entiendo que esos son los amigos de verdad, los que te hacen una despedida en Ca Joan y por ello tienen mi aplauso ganado.

Los platos servidos fueron:
1.- Aperitivo de la casa, Salmorejo
2.- Albóndigas de buey en salsa moscatel
3.- Chuleta de buey gallego de 1,720Kg, con patatas y pimientos del padrón
4.- Sorbete de naranja
5.- Café e infusión

Las albóndigas estaban muy buenas y al primer bocado ya notas que tanto el sabor como el olor de esta carne son diferentes. La salsa me pareció bastante correcta y me pude contener lo estrictamente necesario en el noble arte de mojar pan, en previsión de la batalla que se avecinaba. Cuando “ese” pedazo de chuleta cruzaba el umbral de la puerta, pude reconocer de inmediato “ese” olor característico. Me parece increíble la capacidad que tienen algunos sabores y olores para almacenarse en lo más profundo del cerebro y volver a aparecer de repente, incluso despues de varios años. Estoy seguro de que "ese" olor lo reconoceré ya siempre. Sobre el sabor de la carne ¿qué os voy a contar que no imaginéis ya? ¿que estaba de muerte? ¿que era como tocar el cielo? Cualquier cosa que dijera sería obvia, pero aun así me gustaría puntualizar un par de cosas:
1.- Esa grasa es un manjar de dimensiones iguales o mayores que la propia carne.
2.- Si no eres un verdadero carnívoro, es muy probable que ese sabor tan fuerte ni siquiera te guste. En cualquier otro caso, es el Monte Olimpo de los carnívoros, tienes que probarlo al menos una vez.

El problema viene después, cuando todavía estas lameteándote en busca de las últimas trazas de sabor y poco a poco vas asimilando lo que acaba de suceder. Entonces comienzas a plantearte algunas cuestiones incomodas: ¿volveré a disfrutar así de otra carne? ¿a qué me sabrá el próximo chuletón de vaca corriente? ¿y una simple pechuga del supermercado? Al aterrizar de nuevo en el mundo real, la cruda realidad se hizo palpable y me acordé de Ramón explicándonos el mito de la caverna. Lo de salir de la caverna está muy bien si te quedas a vivir fuera, pero ¿y si solo podemos asomar la cabeza un ratito? ¿merece la pena? Ramón solamente nos describió el viaje de ida hacia la luz, pero éste se parece más bien al de esos reclusos de Guantánamo que solamente pueden ver la luz natural de vez en cuando. No sé quién demonios me mandaba venir aquí, con lo a gusto que estaba yo en mi cueva, justo ahora que ya había cambiado el parquet, pagado los muebles y renovado los baños. Si os viene el Morfeo de turno diciendo que las vistas fuera de la cueva son acojonantes, ni se os ocurra elegir la pastilla roja. Las cuevas hoy en día tienen calefacción central, televisión plana y conexión a internet. No necesitaba más.

  • Mauro

    Mauro

  • Sorbete

    Sorbete

  • Buey gallego

    Buey gallego

  • Albondigas en salsa moscatel

    Albondigas en salsa moscatel

  • Salmorejo

    Salmorejo

Estaba mucho tiempo en la agenda de pendientes y había que darle matarile al asunto. Además, tratándose de un restaurante cuyo estandarte es la chicha, las negociaciones con una carnívora de pedigrí como Hambrebuena acerca de dónde comer ese día iban a resultar más que fáciles. De hecho, nada más decírselo y ver como comenzaba a perder el sentido y a echar espumarajos por la boca, decidí arrancar el coche y poner rumbo a Altea... tenía que quitarle el mono de carne rápidamente.

Fuimos instalados en el rústico cerramiento forrado de madera que queda en el lateral izquierdo de la sala. Ojeando la carta, birra muy bien tirada en mano y junto a un pequeño bocado de ensaladilla cortesía de la casa, decidimos una comanda en la cual no dimos opción a que se asomaran otros productos... ¿no hemos venido aquí a comer carne?... pues carne se ha dicho!

Empezamos con el Carpacho de Buey. Toma de contacto con estas finas lonchas. Gustoso, sí... pero es que siempre me quedo esperando tanto del buey que a veces me desilusiono al no hallar lo que no sé buscar. Continuamos con unas Mollejas de Ternera a la Brasa o mejor dicho, braseadas inicialmente para luego ser abiertas y finalizadas a la plancha resultando un bocado delicioso donde los haya. Dimos buena cuenta de un magnífico pan de costra gruesa y esponjosa miga para estos primeros platos pues les iba de fábula. Barra libre del mismo por 1.65 €/pax.

La historia acaba con la Chuleta de Vaca Gallega de Trabajo (60.5 €/Kg) que hizo las delicias del público. Punto perfecto de brasa, intensidad de sabor, textura idónea, bocado tierno de fondo jugoso y toque ahumado. Dado que nuestra ingesta va al ritmo de un clásico motor diesel, tuvimos que solicitar volver a calentar la carne sin resentirse por esto en absoluto su punto, mostrando así de nuevo la experiencia que tienen en el manejo de este producto. Profesionalidad a toda máquina. Se acompañaba con unas patatas y pimientitos fritos… de los de toda la vida, muy ricos. Ovación.

Acabamos compartiendo, a la hora del postre, una viciosa Torrija de textura muy blanda y empapada en abundante caramelo con su bolita de helado que supuso un perfecto colofón.

Para beber continuamos con cerveza y agua, que estando el coche de por medio no estamos para asumir riesgos.

En resumen, creo que resulta obligada una parada aquí si te pilla de paso por la zona y eres un carnívoro consumado. En mi caso, que me confieso no ser un devoto acérrimo de la parroquia carnicera, tengo que reconocer que es de los sitios que he visitado donde mejor trato he visto que otorgan a este producto… y es que a ello se dedican casi en exclusiva. A la próxima nos atreveremos con el buey... ¿quién dijo miedo?

La verdad no se como empezar, quizás es de las comidas mas simples que tenga que describir, fuera de casa, no empecemos con coñas.

Pues en mi búsqueda del santo grial carnívoro, he hecho cruzada haya por donde se ha dicho que podía estar este santo grial , “El Buey” , peregrine al capricho , en León , me pareció que lo había encontrado , al menos eso pensaba , me fui para el Riscal en Segovia , hay sabia que no era lo que buscaba , probé el Valle del Esla , decepcionante , y cuando no tenia yo muchas esperanzas de encontrarlo , mas allá de el de Jiménez de Jamuz , al lado de los rascacielos de Benidorm , en una pequeña Altea , perdón , que eso es otro cuento , en Altea he encontrado “EL BUEY”.

Nos acercamos hasta este local por la fama de sus carnes, obvio, tengo en casa a dos carnívoras y a mi tampoco me desagrada.

Mi intención era probar la de buey y compararla con la de vaca de trabajo, pero dado que para tres era mucho, lógicamente nos decidimos por el buey, ¡coño! , que a eso hemos venido desde las tierras del norte, suena a vikingos y no del fútbol, ehhh.

Asador muy bien puesto, con gusto y dirigido por Joan y su equipo, por cierto con mucho acierto, valga la redundancia, si la hubiera o hubiese.

Cogimos unas ricas croquetas, pulpo a la brasa, por cierto recomendado por Joan y pese a que hemos probado varias veces, este pulpo estaba especialmente bueno y después del picoteo dos kilos cien de autentico buey gallego, creo, que de mas de diez años y de lo que si estoy seguro es que con mas de doscientos y pico días de maduración , os soy sincero , se me hace difícil describir como se merece el sabor de esta carne , potente , persistente , distinto , mágico , cojonudo , la ostia , con perdón , la poll…

Mi Uxue todavía recuerda ese día y esa carne, es lo malo, las comparaciones son odiosas.

Acompañando al buey, buena patata y ensalada, nos indicaron como comerla, instructivo, aprovechar la grasilla, etc.

Para beber un cepa gavilan, que le fue muy bien, unos postres caseros, tarta de queso, tatin de manzana y crepe de chocolate, todos a muy buen nivel, un día mágico.

Joan nos comento como peregrina el también, en busca de los bueyes, estos son de pareja, creo que les llamo y del resto de vacas y demás ganado, creo que hace un trabajo perfecto, dándoles luego una maduración, hard core , creo que este trabajo y el placer que nos proporciona esa carne hacen que no me cueste absolutamente nada, darle un diez a la comida, pese a no ser especialmente elaborada .

La cuenta ascendió a 269,53€, la mayoría se lo lleva el buey, 178,50€+iva, pero es que para mi y mi familia, los vale , salimos a 90€ , ya que uxue come casi como un adulto .

Menos mal que esta muy lejos, me quede con las ganas de probar la vaca de trabajo, pero no lo dudaría, volvería a comer ese buey, eso si, si nos juntamos unos cuantos no me importaría compararla con la de trabajo, me juntaría con los amigos levantinos.

Resumiendo , la ostia , pues .

Como mi anterior valoración de este restaurante no data de mucho tiempo atrás (https://www.verema.com/restaurantes/60804-ca-joan-altea/valoraciones/1151920-braseria-mediterraneo), no quiero extenderme demasiado en descripciones para no repetirme. Sirvan también como marco las valoraciones de otros foreros ilustres como Isaac, Fidel...

Sí he querido "subir" este comentario en el día del hoy para destacar el excelente trato recibido anoche mismo y lo bien que comimos. Noche complicada para cenar en Altea, tal vez, la más "arriesgada" del año. Se celebra el Castell de l'Olla: espectáculo pirotécnico marino que se celebra con motivo de las fiestas de Sant Llorenç en esta popular barriada de la localidad. Miles y miles de personas acuden para contemplarlo y, aunque la mayoría de ellas cenan en la misma orilla con sus aparejos y viandas, los locales de la zon, precisamente donde se ubica Ca Joan, se llenan a reventar.

Reserva para diez comensales a las 21.00 h. por miedo a no llegar a la hora de ver los fuegos artificiales y decir ya de salida que el servicio funcionó tan maravillosamente que nos sobró tiempo de sobra.
Uno de los pocos errores de la velada fue culpa nuestra al querer pedir la mesa en la terraza. Se giró un bochorno espectacular esa noche y pasamos calor de lo lindo. En los salones interiores, sin embargo, el aire condicionado a temperatura acertada. Interior y exterior del local llenos hasta la bandera, doblando alguna mesa, incluso, de esas de cliente extranjero o familiar que acaban de cenar muy pronto.

Carta reducida para un día tan especial, pero con suficientes propuestas para satisfacer a cualquier comensal: buenos entrantes, pescados "de nivel" y carnes habituales. Pedimos dos entrantes al centro de la mesa para compartir (2 platos de cada para los 10):

- Atún en escabeche: De la calidad del pescado no hace falta casi ni hablar pues, como todo el producto que entra en esta casa, era destacable. Sí merece una mención el delicioso escabeche casero que pedía a gritos tomar pan y más pan. Éste, aprovecho para decirlo, también casero, estaba muy, pero que muy rico.

- Pulpo a la brasa: DE este plato no se puede hacer una descripción extensa. Sólo comentar que la ración era generosa (como la anterior) y que estaba simplemente genial. Bocados de calidad.

Siete de los comensales decidimos pedir Chuleta de vaca. Los otros tres pidieron entrecot y lechal a la brasa. El personal del restaurante decidió ofrecernos dos hermosas chuletas (3,800 gr en total) que nos enseñaron antes de ser preparadas para los siete. Hubo suficiente carne y, además, estuvo muy rica. La grasa infiltrada estaba deliciosa y la carne roja estupenda. Ciertamente uno se cuestiona si merece la pena pedirse vaca de trabajo que prácticamente duplica el preció o buey que lo triplica. Ésta que tomamos anoche colma sobradamente los gustos de cualquier comensal, supongo.

Compartimos unos platos variados de postre (Tarta de naranja, de chocolate, helado y tatín de manzana) que estaban ricos. Bebimos una ronda de vermuts y cervezas al principio, una botella de Juan Gil Crza. y dos botellas de Santa Rosa. Tomamos también cafés e infusiones.

Solo querría destacar para finalizar la admirable entrega y esfuerzo de Joan, propietario del local, que debe crecerse ante las adversidades. Anoche, con un restaurante lleno hasta los topes, se desfondo recibiendo todas y cada una de las mesas con un cordial saludo, tomando las comandas, aconsejando, interesándose por el discurrir de la velada, retirando incluso platos de las mesas... Y no contento con esto, después le vimos "en el mismo plan" en un local cercano (YouChill) de su propiedad que también estaba abarrotado. Se nota que se trata de un enamorado de su profesión y que está totalmente abocado a la noble causa de dar a todos sus clientes la mejor atención posible. Así da gusto.

En Altea (Alicante), se encuentra Ca Joan, un restaurante fundamentalmente carnívoro en un entorno donde los negocios de restauración se centran en arroces, mariscos y pescados. Propuesta gastronómica única en toda la zona de la costa alicantina, lo cual le aporta una buena dosis de atractivo. La diferenciación como clave y eje del negocio; una verdadera apuesta emprendedora.

Local a pie de la carretera nacional con aparcamiento privado de fácil acceso; sala larga y estrecha revestida de madera con buena separación entre mesas. Servicio joven y muy amable, que en todo momento está pendiente de todos los detalles, y que el cliente se sienta a gusto.

Restaurante braseria sin florituras culinarias, pero con un respeto, búsqueda y apuesta por el producto sin fisuras. Carta muy amplia de entrantes, pescados a la brasa, y carnes donde destaca el buey (aprox 90€/kg) y la vaca de trabajo (aprox 65C €/kg). De los pocos restaurantes nacionales, con una oferta verdadera de buey (se habla de apenas un veintena) . Castrado ó no, muchas veces el toro ó el buey, debería aparecer en las cartas simplemente como vaca, pero pareciera que en este aspecto ya nos hemos acostumbrado a “leer liebre donde debería escribirse gato”.

Se comienza con media ración de mollejas de ternera a la brasa, perfectas de punto con un toque crujiente en la capa exterior. Más elegantes que las de cordero, menos grasas.

Continuamos con un carpaccio de buey, hecho en casa, con una gran veta de grasa, y verdadero sabor a carne. Puede que con exceso de cebolla.

Limpiaríamos con una ensalada murciana, sencillez, buen tomate y atún, para algo así no se necesita más.

En las carnes, nos recomiendan la vaca de trabajo. Pieza no excesivamente grande de unos 0,8 kg. Rubia gallega con larga maduración (unos 120 días con control exhaustivo de temperatura y humedad). Según nos dicen son ejemplares de entre 800 y 1000 kg, que se sacrifican aproximadamente a los 8 años de vida, y se eligen uno a uno en el criador tras una selección previa de Cárnicas Lyo . Se cuidan todos los detalles , se acelera la alimentación durante los últimos meses con maíz por la noche para aumentar la grasa infiltrada. se cuidan “las camas” de los animales y se decide cuándo se les sacrifica de cara a reducir el stress de los animales, y evitar dureza en las carnes.

La maduración aporta un gusto dulce a la grasa, la carne muestra un sabor intenso pero a la misma vez sutil, sin llegar para nada al potencial precipicio donde el gusto ya no sería agradable. De textura, suave, tremendamente blanda, de fácil corte y masticación. .Se acompaña de unas patatas fritas caseras con ajos enteros con piel machados que dejan un acertado sabor y sobre todo un buen aroma.

Acabamos con un buen helado casero de turrón, apegándonos a la zona alicantina.

En resumen, restaurante de producto, con una carta amplia, servicio a destacar, y ese foco en las carnes de buey y vaca de trabajo escogidas desde origen, tratadas con largas maduraciones. Un lugar único en la costa levantina para degustar una oferta tan diferencial.

Para ver el post completo http://www.complicidadgastronomica.es/?p=3655

Bueno,no tengo mucho que añadir a los comentarios anteriores, aunque sí matizar algo desde mi punto de vista. Vamos por partes: la comida, la calidad: un entrante (crema de queso con más cosas que no recuerdo) cortesía de la casa, cazuelita de almejas marineras: las almejas pequeñas, buenas; la salsa marinera con un punto picante, soberbia; una croqueta de buey, grande y muy gustosa; sepionet en su tinta a la plancha: lo sacaron prácticamente crudo (ya me lo advirtieron) porque pueden hacerlo dada su frescura. Pedí una pasadita más por la plancha, lo que atendieron sin problema, y quedaron espectaculares: fresquísimos y muy sabrosos. Y lo principal: la carne: ofrecen, además de solomillo y entrecot, tres clases de chuletón: vaca, de unos 4 años (+-30 €Kg)vaca rubia "vieja (+- 66 €Kg) y buey DE VERDAD (+- 96€Kg) Directamente nos propusieron la primera, que resultó ser un chuletón de algo más de 1 Kg más que suficiente para los dos; previamente te lo enseñan y por supuesto, te piden el punto que deseas. Salió perfecta de `punto y de sabor; muy muy buena.
Postre para mi esposa, aunque no pude resistir dejar de probarlo: una tarta casera de almendras y naranja buenísima; café, cortado y copa de Baines con hielo. Antes dos cañas y una de Alfynal, un vino con cuerpo pero muy redondo, sin aristas.
Total con IVA 113,18.

Segunda parte: atención.Iba a poner "servicio", pero esa palabra quizá no recoge exactamente de que se trata.Por ser breve, Toni (el camarero principal) y sus compañeros han entendido perfectamente algo que quizá no entienden o ignoran en muchos, muchos restaurantes: que es lo que haces tú con tu familia o tus amigos en ese sitio, porqué has ido y no te has quedado en casa:porque quieres comer bien y estar a gusto, tan sencillo como eso. Y eso es lo que consiguen: es un trato atento, correcto sin ser empalagoso ni servilista ni distante: es sentirte a gusto. Detalle como no recomendarte lo más caro, aunque te hablen de todas las carnes, ofrecerte reponer la temperatura de la carne, explicar el origen del vino,bueno todo en general me lleva a esa conclusión.
El colofón es que te ofrecen enseñarte la cámara donde guardanlas piezas de carne, pasando por medio de la cocina, limpia, ordenada en la que se veía a la gente trabajar a gusto, hasta la chica que fregaba cacharros nos saludó con una sonrisa... Desde luego que volveré.
PS aunque en algún post mantuve que para mi "entorno" es el alrededor del restaurante, el lugar en que se ubica, veo que la mayoría califican en este apartado la presencia, decoración y ambiente del local; así que a ello me refiero también

Poco más que añadir a los comentarios anteriores. Es un sitio, quizá único en la comunidad valenciana para probar la intensa carne de Buey.

Tomamos para dos, un par de entrantes , uno de ellos , unas soberbias las mollejas a la brasa y finalizamos con solomillo de buey de 250 grs la pieza. Los postres no los puedo recordar pero eran notables, tomamos dos. Tomamos un cava recomendación de la casa, después de un par de cervezas inciales, y resultó curioso el maridaje con la carne. No me digustó.

Lo que me dejó perplejo es "la atención en sala". No me han atendido tan bién, siendo un cliente anónimo, nunca.

Coperío notable, buena selección de vinos y buenos precios, por ejemplo el mencionado Santa Rosa a 24 euros. Ha sido el primer restaurante donde he visto el Rioja de la Vegasicilia/Rostchild.

El entrecot de vaca a 30 euros kg ,tiene un rcp excepcional y el buey , hay que probarlo, al menos una vez...Lo hice, en una posterior visita...

Salu2

Muchas, muchas ganas de rendir visita a esta casa y varias las recomendaciones que me habían hecho al respecto, especialmente, el amigo forero JoséRuiz. Tras varias intentonas fallidas, al fin parece que se alinearon los astros y pudimos finalmente ir. Local acogedor y elegante con iluminación cálida y mesas bien vestidas. La decoración rústica del comedor donde nos alojaron recuerda los refugios de montaña o las típicas braserías del norte. Sala animada con presencia de alguna que otra mesa grande (cena prenavideña) pero que no molestaron para nada.

Tomamos una cerveza y elaboramos rápidamente la comanda pues venimos con la idea clara de tomar carne de calidad. La carta, no obstante, es larga y con múltiples propuestas. De corte indiscutiblemente clásico reúne entradas frías, calientes, ensaladas, pescados y carnes. Todos los platos emanan respeto máximo al producto y poca elaboración: embutidos, mariscos, cefalópodos “con poco trabajo”… Se puede cenar muy requetebién a precio mucho más bajo de lo que a nosotros nos resultó, pero tocando las carnes “vip” se sube la cuenta.

- Mollejas de ternera a la brasa: una auténtica delicia. En un principio habíamos pedido las de cordero, pues ni vimos las otras. A propuesta del personal probamos éstas y nos encantaron. No las había probado con antelación. Ración abundante y sabor exquisito. Un platazo, sí señor.

- Chuleta de vaca gallega “de trabajo”: En la página de la carta dedicada a las carnes que yo mismo he decidido nombrar como “carnes vis” se ofrecen tres: chuleta de vaca (30 €/Kg aprox.), chuleta de vaca gallega de trabajos, la que tomamos (60 €/Kg aprox.) y chuleta de buey gallego (90 €/Kg aprox.). Como he dicho más arriba, otras preparaciones que, visto lo ofrecido en esta casa, no desmerecerán para nada, a precios mucho más bajos: entrecot, solomillo, pato… Nuestra chuleta peso 1,300 (a compartir entre dos). Sinceramente no tengo mucho bagaje en este campo, pero doy fe que ha sido la mejor chuleta que he tomado en mi vida. Me encantó su color rosado y un punto perfecto de braseado (cuasi cruda). Pero lo que más me gusto fue su sabor auténtico y delicado a la vez (mucho más que el tomado en el Jaureguibarria hace bien poco) y la ausencia de grasa entre la parte roja (como el tomado en León la pasada Semana Santa). Toda la grasa se concentraba en una de “las orillas” de la chuleta. Quedará el recuerdo para la posteridad.

Como acompañamiento “de altura” tomamos un Santa Rosa 2010 de Enrique Mendoza que, cada vez que lo tomo, lo encuentro un poco mejor que la anterior. De no tener que conducir esa noche y ante la amenaza inminente de la DGT por ser estas las fechas que son, hubiese caído otra botellita casi seguro. El precio de éste (22 €) y del resto de los vinos me parció muy razonable. Como tampoco quería tomar un combinado, léase GT, tomamos unos deliciosos cafés y una copa diminuta de Tokaji 5 puttonyos (a euro cada putonyo, vamos).

Quiero hacer una mención especial al servicio de sala cuyo trato fue excelente desde el momento de la reserva telefónica hasta la despedida al salir del restaurante. Pude observarlo con nosotros y con las mesas adyacentes. Muy profesionales, adaptando su trato a la idiosincrasia de cada cliente (edad, procedencia…). Con nosotros, como nos gusta, estuvieron muy simpáticos, asesorando que no imponiendo, atentos sin ser intrusivos y con algún que otro guiño de humor que se agradece mucho cuando se viene a disfrutar de una velada.

Acudí a este restaurante casi por casualidad y es ya la cuarta vez que lo visito. A quien acuda hay que advertirle que la calidad de lo que aquí se ofrece guarda estrecha relación con el precio..., pero que, indudablemente, cuando marchas, quedas tan satisfecho que sabes que repetirás. Comenzaremos por decir que el trato es excepcional; familiar, tratando con educación y cariño al cliente. El propio Joan se ocupa de ello, sin atosigar al cliente. Para aperitivo siempre hemos optado por una cerveza, y como entrantes, aconsejamos el pulpo a la brasa, impresionante. También destacaría los ibéricos, con una cecina excepcional. En esta última ocasión probamos unos calamares encebollados magníficos. Y después, la CARNE. Con mayúsculas. Tanto el buey (pieza excepcional, como lo es la cámara que Joan suele mostrar a los clientes con entusiasmo), como la vaca de trabajo, tienen un sabor que tardarás en olvidar. Los acompañamientos, austeros pero impresionantes. Pocas veces he probado unas patatas fritas como estas. Y los postres, caseros y excelentes. En cuanto a la carta de vinos, es extensa y variada. Por consejo de uno de los encargados, en mis dos últimas visitas me he decantado por un magnífico Alfynal, vino de autor alicantino inmejorable, que recomiendo. Y, junto al café, un fondillón. Sin duda, una sublime experiencia que aconsejamos... Felicidades a Joan. Jóvenes emprendedores y entusiastas como él, hacen falta en este maltrecho país....

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