¿Champagne? Sí por favor, pero del bueno

Y sólo del bueno tienen en la Enoteca Barolo de Madrid que en el mes de junio lanza una campaña de difusión de este grandísimo pero todavía muy desconocido vino.

Por encima de 120 referencias de las cuales, 80 o más corresponden a pequeños productores que comercializan en exclusiva.

Se le ha considerado siempre una bebida elitista y esta etiqueta les ha alejado del consumidor habitual de vino. Por ello y durante el mes de junio, han diseñado un programa de actividades que pretender dar a conocer en algunos casos y en otros mejorar el conocimiento que de este vino tienen profesionales y aficionados.

Diferenciar estilos, conocer su elaboración o sus innumberables posibilidades de maridaje nos ayudarán a disfrutar de esta joya más allá de las celebraciones o las fiestas navideñas.

Yo misma tuve la oportunidad de acercarme a este inconmensurable universo del que reconozco tener conocimientos muy limitados y quedé maravillada y enganchada.

En una presentación informal que tuvo lugar hace unos días nos acercaron a tres maneras muy diferentes de entender este vino con tres excelentes ejemplos en su categoría y precio:

El primero fue un Pierre Gimonnet & Fils Premier Cru Cuis Blanc de Blancs, elaborado con uva blanca chardonnay -de ahí lo de Blanco de Blancas- y de una mezcla de añadas es una exquisitez ligera y ácida, con abundancia de manzanas y postgusto cítrico. Ligero y vibrante, casi diría que afilado. Sería perfecto para un aperitivo o para acompañar unos ahumados o para un sushi.

El segundo directamente me robó el corazón: un RL Lenoble Premier Cru Blanc de Noirs Millesimé 2006. Este champagne elaborado con la uva tinta pinto noir -de ahí Blanco de Tintas- es una explosión aromática en el mejor sentido de la palabra, envolventes y múltiples aromas frutales de tal intensidad que casi marean desaparecen para dejar un manto de tostados y un toque de bollería. Era tan intenso que no podía dejar de olerlo ¡una auténtica adicción! Y la boca ¡ay la boca! Potente, carnoso, opulento y a la vez ligero, con  un punto dulce en el postgust. Estructurado, elegante pero nada pesado a pesar de su musculatura. Es más vinoso que el anterior y desquiciantemente disfrutable de principio a fin. Yo no comería nada con él porque es aperitivo, comida, bebida y postre en sí mismo pero uno de los socios de Enoteca Barlo me comentó que en su zona de procedencia lo toman con platos de caza...