Visita a la Bodega Bobal de Sanjuan. Enoturismo en Utiel-Requena

Arnoldo Valsangiacomo y Modesto Francés

Aprovechando las vacaciones de Fallas, José Contreras y un servidor nos desplazamos a visitar la bodega que la familia Valsangiacomo han montado en un pequeño pueblo entre Utiel y Requena, San Juan, haciendo algo de enoturismo por la zona de Utiel-Requena. Tras probar ese Bobal de Sanjuan que tanto nos gustó, incluyéndolo incluso en uno de nuestros lotes del Club Verema, queríamos verle las tripas a este proyecto. Y es que aunque los Cherubino Valsangiacomo son conocidos por sus vinos a granel, no cabe duda que proyectos como la bodega Bobal de Sanjuan, los vinos Drassanes o el vermut Vittore, son productos con una entidad propia y una calidad indiscutible. Y hasta San Juan nos deplazamos para visitar las instalaciones y el viñedo, acompañados por Carlos y Arnoldo Valsangiacomo y el enólogo Modesto Francés. 

El Proyecto de San Juan de Cherubino Valsangiacomo

Tras 24 años de relación comercial con la bodega de San Juan de Requena, y por determinadas circunstancias se decidió invertir en la uva bobal, ya que como siempre había sido la mayoritaria en todas las gamas de vinos que elaboraban en Cherubino Valsangiacomo, se decidió devolverle lo que había aportado en la historia de la bodega. Una especie de tributo por los años que la bobal había dado todo lo mejor a una región, donde el viticultura y la enología, fueron piezas clave en la economía y el estilo de vida de la zona. De esta relación, no sólo antigua sino bien forjada y consolidada, nace el interés de la familia Valsangiacomo por sus viñedos y la bodega del pueblo de San Juan. Tras darle muchas vueltas, conociendo el viñedo de San Juan, la confianza tras tantos años de relación con los productores, la excepcional conservación de la bodega tradicional, con sus depósitos de cemento y la fe en la variedad bobal, convencidos de su potencial para la elaboración de vinos para beber, más que para catar, se adquirió la bodega en septiembre de 2010.

A esto se unió el interés del sumiller Bruno Murciano, por una idea igualmente romántica, de apostar por la bobal, de prestigiar sus propias raíces, todo aquello que de pequeño vio, olió, probó y le marcó de forma irremediable su presente y futuro. Conjunción de astros, debido también a que la bodega de San Juan, por la edad de sus agricultores, por la disminución de su producción y el aumento de los costes, no veían con mucha claridad el futuro vitivinícola de la aldea.

Por qué apostar por la bobal

Cepas de bobal de San Juan

No hay que olvidar que la bobal es la segunda variedad tinta más producida en España, estando su producción limitada mundialmente a la comarca de Utiel-Requena y Manchuela, que se localiza en un zona con una homogeneidad climática, clima mediterráneo puro, en su definición de veranos secos y calurosos, pero con importante amplitud térmica, sobre todo en las fechas de maduración de la uva, debida a la altitud media de 700m, la continentalidad térmica y la distancia de 80Km del mar, y edáfica relevante (se puede considerar franco arcilloso con componente calizo) que permite una elevada tipicidad de los productos, debido a las propias de la variedad (consecución de madurez fenólica sin necesidad de las sobremaduraciones habituales del viñedo mediterráneo de 15% de alcohol, potencial aromático, perfil tánico, resistencia a la sequía), la idiosincrasia del viñedo de San Juan (vaso, secano y edad) y la elaboración y posterior crianza en cemento.

Actualmente se dispone de 272 hectáreas de viñedo el cual el 96% es de bobal. Prácticamente con el 100% de viñedo en cultivo tradicional de vaso, en secano y con más del 60% de viñas de más de 30 años, siendo sorprendente la cantidad que superan los 60 y llegando algunas a centenarias. Visitar algunas de las pequeñas parcelas, pues hay que recordar que estamos en zona de minifundios de labradores, da una idea del potencial de la zona. Aquí Arnoldo y Modesto insisten, la edad de la bobal no determina una menor carga frutal, y por eso hay que trabajarla bien. Nos contaron que viñas de bobal de más cien años ubicadas en la vega, están dando una producción brutal, lo que complica las tareas de viticultura, si se busca la calidad. En la zona más alta como la que visitamos, encontramos suelos franco arcillosos, bastante pobres y con unas cepas gruesas bien enraizadas. Esto hace que estén bien adaptadas al clima mediterráneo, por lo que la bobal es una variedad superviviente, bien adaptada a este clima y con una buena capacidad de resistencia a las inclemencias meteorológicas, como puede ser un régimen pluviométrico bajo.

Barricas de roble francés

Escuchar a Arnoldo hablar sobre la zona y la bobal, las gentes que cultivan las tierras, las historias que ha ido acumulando al hablar con los viticultores de la zona, extrayendo todo ese cacumen popular, tan rico y desconocido, pone los pelos de punta. Desde la bodega se estudia cada viñedo y se habla con cada agricultor. Se le dice cómo ha de cuidar el campo para que la uva tenga la máxima calidad y se pueda elaborara un buen vino de bobal, como lo es Bobal de San Juan. Pero no siempre es fácil cambiar la mentalidad del viticultor, curtido en el campo y ducho en cuidar sus viñas, al estilo de como se hacía en la zona desde que los más viejos tienen uso de razón. A veces, hacer entender a un agricultor que puede obtener un mejor rendimiento económico tirando uva al suelo, es una tarea ardua y complicada, aunque la paciencia de Arnoldo y Modesto parece infinita.

Debido a la gran cantidad de parcelas, ya que la parcela media no supera las 0,7ha , aun sin tener en la zona grandes variaciones edáficas, existen variaciones de exposición, de altitud y de granulometría del suelo (mayor porcentaje arenoso, presencia de cantos) y niveles de caliza mas elevados, que con el trabajo y la adecuación minuciosa de los trabajos vitícolas, el proyecto de Bobal de Sanjuan, podrá elaborar con el tiempo productos mas específicos y personales, de terruño. Ahora el “terruño” es la identidad de una variedad ancestral adaptada, endémica pero olvidada, tremendamente consecuente y noble en su tipicidad.

La Bodega de San Juan

Sobre los depósitos de cemento. Arnoldo Valsangiacomo,
José Contreras y Modesto Francés

La visita a la bodega merece la pena. Eso sí, absténganse amantes del turismo de bodegas de lujo, de catering y proyectores con vídeos explicativos. Hoy por hoy, la bodega de San Juan es una vetusta, pero agradable señora de cierta edad, con ese encanto del demodé agreste y bucólico, y esa autenticidad de un recinto en el que se han producido miles de millones de litros a largo de estos años. Es una bodega amplia de la que destacan sus 70 depósitos de cemento, aprovechando cada recoveco, cada pequeño hueco para colocar un nuevo depósito y así aprovechar al máximo el espacio.

Arnoldo nos contaba que ahora mismo la bodega está sobredimensionada, pues no entra tanto vino como hace años, y todavía lo está más si nos ceñimos al proyecto que la familia Valsangiacomo quiere llevar a cabo. Es por ello que algunos de los depósitos subterráneos pasarán a formar parte de las naves de envejecimiento, depositando allí las barricas, que sin duda estarán a buen resguardo, custodiadas por los imponentes muros de cemento que forman las paredes de los depósitos.

Hubo momentos de debilidad, en cuanto a los depósitos de cemento, pues eran de cemento crudo y había que prepararlos. Se pensó en sustituir alguno por acero y otro más enológico por el perfil tánico (y difícil para muchos consumidores) de la variedad. Al final se decidió por apostar por el cemento y mejorar poco a poco los depósitos adecuándolos a las necesidades de elaboración y, el segundo y más purista, evitar las tentaciones de elaborar también otras variedades con perfil tánico más bondadoso.

Pese al buen estado de conservación de la bodega, hubo que hacer algún remozado que otro, como la sustitución de las antiguas salidas de cobre de los depósitos, por nuevas bocas de acero inoxidable, dar algún retoque algunos depósitos y habilitar una pequeña sala de crianza, que sin duda quedará pequeña en un par de años.

Arnoldo y Modesto saben bien jugar sus cartas. Modesto lleva elaborando vinos en cooperativas media vida, y sabe lo que es tener que pelear con millones de litros para sacar un producto de calidad. Arnoldo es un entusiasta del vino, un enamorado de la viticultura que ha recorrido medio mundo observando y empapándose de la enología y la vitucultura. Se nota el amor que profesa por la viña y el buen gusto por el vino. Catando con ellos en la pequeña sala de barricas te das cuenta de cómo tratan de afinar al máximo cada bota de vino. Han comprado distintas barricas de roble francés a distintos toneleros, para ir diseñando el perfil final de sus vinos, y es un verdadero lujo asistir ahora mismo a este estado embrionario del vino, poder ver qué aporta cada barrica al vino, incluso vislumbrar qué barrica necesitará un mayor o menor tiempo de crianza. 

La familia Cherubino Valsangiacomo y el vino

Cherubino Valsangiacomo S.A. tuvo sus orígenes en Suiza, cuando en 1831, Vittore Valsangiacomo fundó bajo su nombre una bodega en Chiasso, en el cantón suizo de Ticino, junto a la frontera con Italia Debido a las necesidades derivadas del negocio de exportación de vino y la crisis de la filoxera que asoló los viñedos europeos, conocedores de la calidad de los monastreles levantinos decidieron establecerse en el año 1880 en Monóvar. Debido al incremento de volumen en el negocio, por cuestiones logísticas del puerto de Valencia y, conocida calidad de los viñedos levantinos, se decidió asentar en la Comunidad Valenciana y crear entonces bodegas propias en Yecla, el Grao de Valencia, Chiva, Requena y Utiel.

En 1997 gracias a la dedicación y la apuesta por la calidad, se mejoraron e incrementaron las instalaciones, con la compra de una bodega en Chiva provista de los últimos medios tecnológicos adecuados para el tratamiento y almacenamiento de los vinos a granel, equipada con una planta de producción de zumo concentrado de uva, el cual se convertirá en el tercer eje productivo dentro de la bodega. En el año 2002, se amplió y modernizó nuevamente la bodega de Chiva construyendo una nueva planta dotada de una moderna línea embotelladora, que incorpora las mejores condiciones y las técnicas mas modernas de calidad para la elaboración y crianza de los vinos.

El esfuerzo humano y la apuesta por la exportación han hecho de Cherubino Valsangiacomo una empresa reconocida en los ámbitos internacionales del sector del vino. Las últimas inversiones se centran en el mayor control sobre la materia prima y la elaboración. Para ello se han adquirido dos nuevas bodegas en Chiva y en San Juan de Requena, cada una de ella especializada en las distintas uvas que se producen en cada zona, moscatel y bobal.

Cuando conoces la historia de la familia Cherubino Valsangiacomo, lo primero que sorprende es que sigan hablando de que su empresa es 100% familiar. Arnoldo Valsangiacomo Chiesa encabeza la empresa junto a sus hijos, Carlos, Arnoldo y Marta Valsangiacomo, 5ª generación de la familia, quienes continúan el negocio familiar que, pese a adquirir unas dimensiones considerables, mantiene ese carácter familiar. Desde hace varios años la empresa se encuentra inmersa en un proceso de profesionalización contratando trabajadores con experiencia y cualificación suficientes que permita seguir la línea de crecimiento marcada por su estrategia. Las nuevas directrices marcadas por la familia Valsangiacomo llevan a la bodega a la elaboración de vinos que representen el carácter del mediterráneo y sean capaces de despertar los sentidos de todos los consumidores de vino.

Cherubino Valsangiacomo S.A. tiene una clara vocación de exportación, dejando únicamente un 10% del vino en territorio español. Elaboran más de 100 millones de litros anuales, de los cuales, 85 millones de litros de vino, 8 millones embotellados y 15 millones litros de mosto. Sus principipales clientes son EEUU, UK, Alemania, Austria, Italia, Francia, Bélgica Holanda, Finlandia, Japón, China,Rusia, Camerún, Nigeria, Costa de Marfil, Gabón, Kenya,Guinea, Bielorrusia, Lituania, Polonia, Suecia, México, Antillas francesas, Malasia, Taiwán, Corea, Egipto, Marruecos y Libia.

Sólo me queda agradecer el fantástico día que nos hicieron pasar los hermanos Valsangiacomo y Modesto Francés, por todo lo aprendido durante esta visita sobre esta variedad tan nuestra, la bobal, que tan denostada ha estado durante tantos años. Mención especial se merecen Cristina Gallego y Julián Murciano, que tan bien nos trataron en su restaurante en Caudete de la Fuentes, un buen lugar donde finalizar esta pequeña ruta de vino en Utiel-Requena.