Restaurante que ocupa una antigua y realmente apartada masía, ubicada en la vertiente norte de la montaña de Montserrat, con espectaculares vistas sobre el macizo.
Comedor rústico y algo ruidoso, con manteles de cuadros. Excelente cocina muy casera y típica de las comarcas de montaña. Sin pretensiones pero abundante, contundente y sabrosa (espectaculares los garbanzos enmascarados, las carnes y los guisos con setas de montaña). La carta de vinos no existe, el vino de la casa es abominable. La mejor opción es Abadal crianza, suficiente. Copas con formas extrañas y nulo servicio del vino. Todo el conjunto es lo más alejado que existe del concepto fashión. A pesar de éllo es muy recomendable para curas de humildad. 20€ por persona con Abadal incluido.
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