De las últimas visitas a este local la sorpresa consiste en que suele estar llena. La formula un menu del día a precio razonable.
Pero ha ido perdiendo carisma, cariño, atención. Demasiada monotonía y pocas gans de sorprender.
Ensalada de Foie excesivamente aliñada. Potaje de Arroz con habichuelas con el detalle de los tallos encurtidos, sabroso y con el arroz casi en su punto. Para rematar una minúscula carrillera. Tarta de queso.
Servicio despitado, lento.
¿Porque venir?, porque es un local con cierto encanto, donde ants cuidaban el vino, y evidentemente eran otros tiempos.

Gran desorden en este sitio. No hay carta, ni de platos ni de vinos, aún cuando tiene una excelente tiendad de vinos en la planta baja. Pedimos blanco y nos trajeron las seis botellas que tenian frias, a elegir. En tintos tuvimos que utilizar nuestra memoria vinícola. Buen Aalto 2002 a buen precio (28€). La comida de todo un poco. Muy buena carne, irregulares entrantes (pulpo bueno, tartar de salmon con aguacate prescindible, anchoa de calidad, queso de cabra con compota de tomate y ensalada decente). Sin vino 38€ por cabeza. Servicio amable pero poco profesional, de vinos ni zorra. Muy buen coperio (Riedel).

Lugar para comer con calidad, pero donde el protagonista es el vino.
Posibilidad de cata de 12 vinos seleccionados por sus expertos (de forma mensual)