Le Bouchon es un tipo de restaurante propio de Lyon que se caracteriza por ofrecer la famosa cocina tradicional lyonesa. Atraídos por las buenas críticas en la red y por la recomendación del recepcionista del hotel, nos decidimos reservar para cenar en este restaurante, menos mal que así lo hicimos porque estaba lleno hasta los topes un domingo noche (he de puntualizar que los domingos noche, al igual que en España, numerosos restaurantes cierran). Yo diría que la clientela era más local que extranjera.
Está ubicado en el centro de Lyon, pero fuera del ámbito turístico, se distribuye entre un comedor principal de pequeñas dimensiones y lo que sería un segundo comedor, todavía más pequeño que el otro, en el que está situada la cocina a la vista del comensal. Las mesas, al uso francés, son pequeñas pero vestidas con mantel textil y sobremantel de papel, las servilletas también de tela (bordadas con el logo y el nombre del establecimiento). Servicio de sala diligente realizado por una de hermanas propietarias, pero tal vez demasiado rápido y apresurado. Hablan un inglés muy básico.
Ofrecen un menú único por 25 euros, bastante abundante, consistente en elaboraciones propias de la cocina tradicional lyonesa.
Los entrantes son fijos en el menú y consisten en:
• Ensalada de lentejas. No lo veo, será cultural, pero las lentejas frías, me dejan eso, frío.
• Arenque ahumado con dados de remolacha. Muy buen producto y muy buena la combinación.
• Higaditos de pollo con hojas de lechuga. Bien sin más.
Principal a elegir entre media docena de opciones:
• Quenelle de lucio con salsa de crustáceos y cangrejos de río, muy bueno, pero denso y contundente.
• Especie de longaniza/morcilla, con manzana y ensalada de hierbas, grande de tamaño, no nos convenció del todo.
Tabla de tres quesos: uno cremoso y suave, otro azul y el tercero de pasta dura.
Postre también a elegir entre una selección de siete opciones.
• Helado salado de caramelo, me gustó mucho el punto del contraste.
• Dulce de chocolate con helado de amapola, simplemente bueno.
La carta de vinos no es muy larga, aproximadamente de unas 30 referencias entre espumosos, blancos, rosados y tintos, todos ellos de procedencia francesa y está escrita en las pizarras colgadas de las paredes. Las copas son pequeñas, pero de cristal fino, bastante decentes para las que suelen disponer en la mayoría de restaurantes de Francia. La temperatura de servicio correcta y en nuestro caso que elegimos un blanco con la oportuna “bolsa cubitera” para mantener la temperatura adecuada durante toda la cena. El servicio del vino: se presenta, prueba y relleno ocasional.
Nuestra elección fue un blanco de la variedad viognier: Madeleine Saint Jean 2011 de Pays d’Oc (19€), que estaba más que decente.
Recomendable opción para probar la auténtica cocina lyonesa casera, en un restaurante más auténtico que los que están dentro del circuito turístico.