Cerca de la Plaza Mouzinho de Alburquerque (final de Avenida Boavista) se encuentra esta grelahderia o churrasquería.

Lugar discreto, con un señor atendiendo la plancha a la izquierda de la entrada, tras un mostrador en el que tenía el género, donde predomina la carne, el bacalao, algún pescado y calamares.

Atento el encargado de la sala, nos acomoda a los seis, en una mesa al fondo, como no, bajo una televisión encendida, pero que no molestaba en absoluto.

Las raciones se presentan para cada dos comensales y pedimos, tras los consabidos aperitivos de mantequilla y 6 cervezas:

Una ensalada mixta: bien dentro de lo esperado.

Dos de ternera al grill: buena carne y excelente punto.

Una de Bacalao asado: buen punto, pero la zona que nos ofrecieron era demasiado anterior y tenía demasiadas espinas.

Se acompañó de patatas fritas y otras cocidas, con buen nivel.

Se nos acerco una salsa picante para la carne, que se nos advirtió de su poder, pero tras lo aspavientos del más valiente, allí quedo todo el resto.

De beber es un lugar sin pretensiones, con su cartita de vinos del país: tomamos un Aveleda 2011, un tinto que denominaron de la casa, Barro tinto 2010, que estaba bastante bien para lo esperado y cerramos en cuanto a vinos en sí, con Duas Quintas Douro 2009.

Aguas, pan y una copita de oporto por comensal (creo que era un tawny), que nos desangeló la cena, dado su nivel de conservación.

Precio total 146 euros, a poco mas de 24 euros por comensal.

Mesas con manteles de papel que quieren parecer otra cosa y las copas y los platos normalitos.

Servicio de la mesa, rápido y tratando de gradar, hasta un punto.

Comentario:

Lugar recomendado en el hotel, situado a unos 400-500 m del mismo, con pocas opciones dado que el tiempo apremia y las cenas en Portugal se realizan en una hora temprana y cerrando la cocina con premura.

Ya sabíamos a qué tipo de local íbamos a encontrar, así como que tipo de cocina, pero en el momento del Oporto, se nos sirvió de la botella que llevaba cierto tiempo abierto, con signos evidentes de oxidación, que cuando le comentamos la situación al responsable de la sala, se puso a farfullar en portugués y en cierto modo desentendiéndose.

Una pena el cierre de la cena, pero en el fondo, este temas de hace recapacitar sobre la imagen de “turista todo vale, no entienden, no problema de dinero”.

El detalle del Oporto, penaliza el capitulo vinos, al comida bien y el precio, mas o menos norma, considerando la materia prima y las raciones generosas, la ternera para dos 21.5 euros y el bacalao también para dos 23 euros.

El vino más caro el Duas a 18 euros.

Para tomar ternera a la parrilla en su punto, buen lugar