Hotelito-restaurante, situado a los pies de la catedral de León y de la muralla romana, comida de compromiso a la que acudia con pocas ganas y mucho miedo...quiza por eso la sorpresa fue mayor, hotel (recepción...) bien acondicionado, y restaurante bien vestido, (copas, manteles, cuberteria..etc) correcta. Atención rapida y esmerada, se nota que intentan agradar, teniamos un menu concertado ( a 25e), como entrantes tortilla muy rica (la tortilla es un de los mejores termometros para valorar la calidad de una cocina), pastel de cabracho y cecina, de segundos a elegir, chuleton (un señor chuleton de más de medio kg, con sus patatas caseras y sus pimientos), rodaballo salvaje, entrecot, yo me decidi por un bacalao al ajaoarriero más que bueno, (aunque no le quitaba ojo al pedazo chuleton del que tenia al lado, por que sera que siempre nos gusta más lo que se pidió el otro), selección de postres variados, café y chupitos diversos, de beber un vino de Teruel (sera la globalización supongo que en teruel beberan vino de León), Nuviana blanco y tinto , no me fije mucho pero era bastante bebestible. Un lugar que no conocia en León (de los tantos), con una RCP correcta un servicio excelente, que puede ser una opción a tener en cuenta sin echar las capanas al vuelo. Ojeando la carta tenian un menu del día por 13e con buena pinta