Pero veo que Emili se adelanto..Lo vimos paseando por el barrio judio,el primer día y ya planifique allí nuestra última comida.Emili,ya describi perfectamente la mágnifica charcutería y bodega...el "bistrot adyacente tiene una carta propia y no se pueden comer productos comprados en la tienda...no así los vinos que se tarifan al precio marcado.En nuestro caso un mágnifico :Fiano di Avelino DOCG 2011 de Pietracupa,Montefredone (Campania);perfecto de Tª,ya que tiene un gran armario climatizado..aunaba perfectamente fruta blanca con la mineralidad del suelo..copas muy buenas ¿precio? 15 euros..¡un regalo!.Por eso le subo algo la valoración de servicio del vino..Y ,no creo que la selección de vinos sea precisamente "corta".
Tomamos un plato de la mejor mortadela que he probado (8 eur),un pate trufado,con algo de ensalada y encurtidos..correcto (15 eur),vitello tonato,bueno(15 eur),una mágnifica pannacota (4eur) y un expresso (2eur)..ah y un pan correcto que no cobraron..Conclusión una buena comida,buena mesa ,buen servicio y todo por 30 eur p/p.Totalmente recomendable..junto a la Sinagoga..El horario es ininterrumpido de 8 a 8 de martes a jueves ,viernes y sábados hasta las 10 pm y domingos hasta las 3pm.

Paseando por el barrio judío de Roma, encontramos esta charcutería restaurante en una callejuela estrecha y adoquinada. En un lateral está el restaurante (pequeño, unas 8 ó 10 mesas) y en el otro la charcutería con una barra para tapear.

La familia del propietario son fabricantes de quesos de la zona del Piamonte, de ahí la cantidad y variedad expuestos. También es tienda de vinos, poca variedad a precios económicos.

Al entrar estaba lleno, así que mientras esperábamos decidimos probar algunos quesos en la barra, ofreciéndonos unas copas de vino blanco (queríamos cerveza por la calor, pero no tenían). Una vez dispuesta la mesa, nos sentamos y tomamos otro plato de selección de quesos (el parmesano exquisito), anchoas (eran del cantábrico, lo mas flojo de todo), un vitello tonatto (muy bueno) y una ensalada variada de rúcula, tomate seco, vinagreta, mejillones y no recuerdo qué más.

La verdad es que con la calor, las copas del aperitivo y el vino de la comida, fue la típica comida que pillas el puntito y te da por reir tanto que te parece haber comido en el sitio mas espectacular del mundo.

El servicio amable a mas no poder, tanto el padre, como la madre (un encanto de señora) y los hijos que se vuelcan en hacerlo bien, hacerte sentir como en casa, siempre preguntando si está todo a tu gusto. En fín salimos muy contentos, y seguro que si se presenta la ocasión, repetiremos.