Anejo al hotel Posada de Palacio, en el barrio alto. Local diáfano con decoración moderna con toques clásicos (p.ej., las mesas son ventanas antiguas cubiertas por un cristal). Servicio muy amable y servicial, aunque lento. Manteles individuales y servilletas de papel. Cubertería y vajilla de diseño. Copas correctas. Carta de tapas interesante a priori incorporada en un libro (ver foto). Platos diferentes a lo que hay por la zona, con toques modernos.
Carta de vinos corta con algo menos de la mitad de los vinos por copas.

Aprovechamos la tapa que ofrecían en la "Ruta de la manzanilla y el tapeo de Sanlúcar" para probar su bizcocho templado de pichón y cacao. Muy buena presentación y muy buen contraste de sabores. Animados por esta tapa, pedimos una mini-hamburguesa con patatas fritas y mojo rojo (4,-€). Dos bocados de carne más bien seca con un puñadito de patatas fritas, buenas, y un mojo que me recordó algo al romesco. No me convenció ni la mitad que la primera tapa.

Los precios, bastante por encima de la media, aunque las elaboraciones que vi en las mesas próximas no tenían nada que ver las típicas tapas de los locales sanluqueños que visitamos anteriormente.

Merece la pena visitarlo por cambiar la dieta. No más.