Restaurante en primera línea de mar, especialidad en arroces. Local hasta los topes un sábado al mediodía, hacen dos turnos (13:30 y 15:30) por lo que en el primer turno es aconsejable ir pronto, o a las 15:15 te "echan" para dar paso al segundo turno. Mantelerías, vajilla, cubertería y cristalería muy normalitas. Local algo ruidoso.
La comida estuvo bien, para empezar jamón de jabugo y calamarcitos a la plancha salteados, buenísimos y en su justa cocción. De segundo arroz a la sitgetana (receta tradicional recuperada, consistente en un arroz caldoso mar y montaña,) sabrosísimo, al punto. De postre un biscuit con chocolate líquido a compartir, bueno. Para beber, "silencis" blanco de Raventós i Blanc 2011, muy correcto.
La valoración del restaurante subiría enteros si el servicio fuese algo más profesional, al menos por parte de algunos de los camareros. La cazuela de arroz que tomamos de segundo fue servida y posteriormente apartada a una mesita auxiliar, que se situaba no pegada a nuestra mesa sino a la de nuestros vecinos (?); tras terminar nuestro primer pase de arroz, una camarera se dispuso a retirarnos los platos a lo que le comenté que la cazuela que se hallaba en la mesita vecina era "nuestra" y que aún quedaba arroz por servir; su pregunta fue: "ah, ¿Y quieren un poco más?" A lo que mi respuesta fue "hombre, ya que lo hemos pedido!!" Eso con una cazuela de arroz para dos comensales cuyo precio fue de 37€. Imperdonable fallo. Una de nuestras primeras peticiones de vino no pudo ser satisfecha, así como uno de los postres. Son cosas que pueden pasar, pero cuando ocurre dos veces en una misma comida con platos o botellas que aparecen en la carta, te desmontan un poco el plan. Este restaurante tiene carta adaptada para celíacos (una carta a parte de la carta común; al hacer la reserva ya avisamos de que mi acompañante es celíaca) pero nuestra camarera no tenía ni idea de la existencia de dicha carta y se empeñó en intentarnos convencer de que en la carta común aparecían indicados los platos sin gluten , aptos para celíacos, lo cual tras mirar y remirar la carta vimos que no era verdad. Finalmente, otra camarera apareció con la susodicha carta especial para celíacos. El servicio en general, bastante atolondrado, algunas cosas eran traidas con prisas a la mesa, otras a destiempo. El servicio de vino inexistente tras el descorche, vino a temperatura casi ambiente enfriado con cubitera. Pagamos 100€ para dos personas, incluyendo el vino. La RCP no es de las mejores, por este precio en sitges hay ofertas más interesantes, aqui pagas sobretodo por las vistas. No creo que repitamos.