restaurante a pie de carretera de cocina tradicional catalana.
carne a la brasa, carpaccios... nada ultranovedoso ni espectacular.
decoración básica, moderna, pero de hace 20 años.
copas, manteleria, loza, cubertería... muy sencilla, acorde al restaurante de carretera que por geografía es.
servicio amable y simpático aunque acelerado y excesivamente desbordante en confianza y libertades.
van a destajo, a dos mil por hora, por lo que ciertos "misticismos" no son para este lugar.
servicio de vino en concordancia con el resto, acelerado y sin miramientos.
comida excelente, en calidad de cocción y materias primas, y en cantidades muy abundantes, todo a precio más que razonable.
se tienen que estar forrando...
muy aconsejable siempre y cuando se dejen en casa las atenciones extra, aquí no las cobran y alguna que otra sí que nos dan.
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