Parece un bar de esos de playa de toda la vida que han reconvertido en un lugar luminoso, acogedor, sencillo y de buen gusto.Esta abierto desde las ocho de la mañana, para lobos de mar que salen a navegar hasta la una de la madrugada para trasnochadores compulsivos que quieren alargar la noche con unas copas.

Justo al lado del puerto de Saint Marine, con una terraza muy bien acondicionada, con mantelerias adecuadas, vajilla moderna y coperío de calidad. Servicio joven, educado y ágil.

Este establecimiento es propiedad de la familia que regenta justo al lado, la Villa Tri Mein, reputado hotel con vistas maravillosas en un jardin de ensueño.

Si no se reserva es imposible comer en el, y claro una parte de su exito es el concepto bistrot que utilizada con sobriedad, con precios contenidos y calidad las viandas utilizadas.

La cena consistió en una docena de ostras "creuses", aqui les llamaríamos ostrones. Muy llenas y sabrosas. Las sirven con ese tazón de vinagre y escalonias.

Una terrina de foie y trufa. Excelente de textura y sabor. Acompañada de una pan recien tostado, calentito.

Como platos fuerte, tomamos un lomo lubina salvaje "grille" realmente excepcional. Sencilla y con el punto de cocción perfecta. Por su grosor, seguro que la marcaron a la parrilla y la terminaron al horno, sino es imposible cocerla de dentro sin que se queme la parte externa.

Y una "carre" de cordero con patatas aplastadas con tenedor, rosadito y aderezado con hierbas mediterraneas, como tomillo y romero. Para disfrutarlo.

De postre, un caparccio de piña con helado de coco. Bien, con la cremosidad del helado adecuada.

Para beber, tomamos un Sauvignon blanc Touraine, de la Val del Loira. a 19 €.

Valió la pena ¡¡¡¡