Bar restaurante con terraza exterior en esta localidad cercana a Valencia. Como opciones para comer a mediodía, durante el mes de agosto descartan el menú y, dentro de la carta, bocadillos y sándwiches, así que hay que pedir platos sueltos.
Nos decantamos, siguiendo el consejo del camarero, por una fritura de pescados con patatas a lo pobre y pimientos de Padrón. Bien ejecutada, con pescado fresco, rebozado fino y sin gusto al típico aceite requemado. De postre, un tiramisú y una tarta de queso con frambuesas, ambos caseros y muy recomendables.
La carta de vinos estaba diseñada por una importante bodega valenciana, repleta de sus referencias y de algún rioja comercial. Pedimos un ribera del Duero, Dolmo, servido a buena temperatura y en copas mejorables.
Decoración en wengé y mobiliario moderno, con mantelería de tela.
En definitiva, local correcto y con servicio amable, de cocina de mercado.
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