Estábamos en Oporto a punto de visitar una bodega (Sandeman) y decidimos comer cerca de ella.

Lo primero que nos llamó la atención es que este restaurante estaba prácticamente vacío, y que sólo habían otras dos mesas ocupadas.

Preguntamos por la especialidades y nos contestaron que eran el pulpo, el bacalao y la ternera, optando por el pulpo, que nos lo sirivieron muy, pero muy seco, y por el bacalao, que también nos lo sirvieron muy seco y correoso (dedujimos que ambos platos nos habían calentado vairas veces).

Lo curioso es que sin pedirlo nos pusiseron una especie de entrantes, pero nos indicaron que sólo se pagaba lo que comíamos.

Para beber pedimos un vino rosado portugues, impresionante e increíblemente decepcionante.

Los postres que nos ofrecían estaban literalmente invadidos por moscas y mosquitos, lo que hizo que se nos quitara el hambre de golpe, pagamos la cuenta y nos fuimos rápidamente.

Adicionalmente el servicio en general fue muy malo, ya que daba la impresión que les molestásemos. Espero que en la siguiente visita a Oporto tengamos algo más de suerte.